Guía del buen trato a nuestros mayores

Al nacer se nos hace entrega, a cada uno de nosotros, de un gran libro en blanco que poco a poco iremos rellenando con nuestras continuas vivencias, experiencias, éxitos, alegrías, angustias y miedos…Es el libro de nuestra vida.

Las páginas en blanco irán disminuyendo según van pasando los años; un día nos daremos cuenta de que nos llaman “joven” y nos extrañará; pasados los años, alguien, con la mayor naturalidad, nos dirá “señor” o “señora” y nos quedaremos sorprendidos; con el tiempo alguien más joven se dirigirá a nosotros llamándonos “anciano” o “abuelo”. Cada vez que esto suceda, tomaremos conciencia de que habremos pasado a una nueva etapa para la que pocos estaremos preparados.

Alejemos a nuestros mayores de los estereotipos.

Es la sociedad, en general, la que ha ido creando una serie de estereotipos y prejuicios referidos a las personas mayores (están enfermas, son dependientes, no coordinan bien, se olvidan de las cosas…), que condicionan la forma en que se les trata y contribuyen a que el propio mayor asuma, como impuestos, unos roles, unos comportamientos y actitudes que encajen en el papel que se espera de él/ella. Esta imagen de la persona mayor unida a la pérdida de influencia social y mediática, no ayudan a cambiar las cosas.

 

 

 

 

 

 

 

Pero, cuando desde la juventud o la edad adulta pensamos en envejecer, nos es francamente difícil discernir la línea que divide a un adulto mayor, de la tercera edad, con la imagen de un anciano con algún grado de dependencia por enfermedad u otros “achaques” de la edad.  Lo cierto es que, en ambos casos, estamos hablando de una persona que ha trabajado toda su vida y tras la jubilación no tiene por qué pasar a un estado de incapacidad como los niños. Por ello, el buen trato a nuestros mayores es imprescindible. Decir que hay que tratarlos bien es cosa fácil pero… ¿Sabemos realmente cómo?

Aquí os dejamos algunas premisas básicas a modo de guía para el buen trato hacia las personas mayores:

Hablarles con respeto: El trato de usted, por sí mismo, implica respeto. Otras fórmulas como “por favor”, “perdón” o “gracias” también refuerzan el buen trato hacia alguien a quien tenemos respeto. Lo cierto es que deberíamos utilizarlas con cualquiera, pero en el caso de los mayores, no deberíamos dudarlo.

Ayudarles en lo que podamos: los mayores llevan toda la vida ayudando a los demás y ya es hora de que se les mime como corresponde. No solo hay que hacer buenas acciones con las personas que conocemos, sino también con gente con la que nos vamos cruzando en la vida. Ofrecer a un mayor el asiento en el metro o autobús, llevarle las bolsas de la compra, abrirles la puerta para que pasen sin dificultad o resolverle una duda son acciones que no nos suponen un gran esfuerzo y, sin embargo, son gestos maravillosos que pueden alegrarle el día.

Tener mucha paciencia: ser mayor no es ser tonto ni mucho menos, pero hay ciertas actividades que cuestan más según con qué edad. Los mayores suelen tener dificultad a la hora de caminar rápido, de ser ágiles con determinadas cosas o con la tecnología ¡y es normal!

Dejarles que se sientan útiles: ser mayor no es sinónimo de inutilidad, todo lo contrario. En los momentos difíciles es cuando los mayores son más resolutivos. Los jubilados han apoyado a las familias en el cuidado de los más pequeños; han dado parte de sus pensiones, si no entera, para que a los suyos no les faltase de nada; cocinan, conducen, viajan, van a museos, cines y teatros…  en definitiva, son capaces de casi todo lo que se propongan.

Fomentar su aprendizaje: nunca dejamos de aprender y nunca es demasiado tarde para aprender algo, da igual la edad que tengamos, lo importante es el interés que pongamos y las ganas por descubrir cosas nuevas.

Evitar el aislamiento: lo importante es estar en contacto con los demás, hablar con la gente, tener un día a día en el que comunicarse con otros, querer y ser querido, sociabilizar.

Conocemos bien esta serie de premisas, puesto que en Gerosol Asistencia somos un equipo de profesionales de la salud y de lo social que trabaja desde el respeto a la persona.

https://www.youtube.com/watch?v=MxLqUv1KiR8

En definitiva, lo que las personas mayores demandan es más sencillo de lo que parece. Quieren ser valorados sin caer en los prejuicios de la edad, ya que no todos los mayores son dependientes y aún con cierto grado de dependencia, siguen teniendo derecho a tomar sus propias decisiones. Evitar caer en los prejuicios, cuidando a nuestros mayores, sin infravalorar sus capacidades cognitivas, es la base para un trato digno. De este modo, la mejor forma de cuidar a nuestros mayores es respetar su identidad personal, aprendiendo del testigo de su memoria, pues es nuestro mejor legado.