Abrimos este año con un problema que afecta de forma global, es difícil determinar de forma precisa sobre la prevalencia de los malos tratos y/o negligencias en las personas mayores, tanto en ámbitos locales, nacionales, e internacionales.
Existen cifras que detectan y/o sospechan malos tratos en persona mayores que se mueven entre 0,8% a 52,6%, aunque creemos que estas últimas no parecen muy reales, y sí lo serían más aquellas que se mueven entre el 1% al 35%. La mayoría de los estudios realizados lo han sido en el medio doméstico, siendo en los medios institucionales, ya sean sociales, sanitarios, o sociosanitarios, cifras muy poco conocidas.
Los malos tratos al anciano pueden dividirse en dos grandes grupos:
- Abuso.
- Negligencia o abandono: deficiencia, por parte del cuidador, para proporcionar los alimentos o servicios que son necesarios, en orden a evitar un daño físico, angustia o daño mental.
- Abandono activo: existe intencionalidad.
- Abandono pasivo: existe una incapacidad por parte del cuidador para proporcionar los cuidados
Podemos hablar del perfil de la víctima, con los siguientes sesgos:
- Sexo femenino.
- Edad superior a 75 años
- Estado civil: viudedad.
- Deterioro funcional con gran dependencia del cuidador para las actividades básicas de la vida diaria. — Alteración de la conducta.
- Convivencia con un familiar que es el principal o único cuidador.
- Enfermedades crónicas discapacitantes. Las enfermedades más susceptibles de sufrir malos tratos son la demencia, el síndrome confusional, el retraso mental y la patología psiquiátrica.
- Aislamiento social.
- Con frecuencia existen antecedentes de lesiones inexplicables y recurrentes (58% de las víctimas han sufrido malos tratos con anterioridad).
La mayoría de malos tratos tienen lugar en el contexto familiar y están asociados a la necesidad de asistencia para las actividades cotidianas.
Cuando desde cualquiera de los ámbitos profesionales o por denuncia hay índices de malos tratos, en primer lugar tenemos que realizar una valoración inicial.
En caso de sospecha, el caso se debe derivar a servicios sociales, que evaluarán la situación de riesgo y establecerán el plan de actuación. En las situaciones en las que se valoran como causa la negligencia y/o el abandono, puede ser adecuada la mediación como sistema para resolver el conflicto subyacente.
Una vez aplicado el plan de actuación, se valorarán los resultados y si persiste la sospecha de malos tratos, se procederá a la denuncia.
En cualquier caso, se debe anotar en el registro de los servicios que han intervenido la actuación llevada a cabo y su resultado.
En caso de certeza, debemos valorar el riesgo potencial y la inmediatez y establecer un plan de actuación junto con las otras instituciones implicadas.
Si tenemos indicios de que la persona es incapaz, hay la obligación de comunicarlo a la Fiscalía, para que se inicie un proceso de incapacitación con el objeto de protegerla.
Por otra parte, si la persona está ya incapacitada, se deberá informar al Juzgado o a la Fiscalía para que se adopten las medidas oportunas, puesto que esta persona está tutelada.
En Gerosol aplicamos protocolos para la detección del maltrato con el seguimiento por parte de nuestros trabajadores sociales en todos los servicios contratados, con el objeto de poner en marcha los mecanismos necesarios para la resolución de los posibles conflictos.
BIBLIOGRAFÍA
Protocolo de actuación contra el maltrato a las personas mayores