Me gusta contar historias personales, con las que todos nos identificamos porque las tenemos a nuestro lado. Hoy que se celebra el Día del Cuidador quiero rendir un homenaje a quienes, como mi amigo Angel, está dedicando todas sus energías a cuidar de una persona dependiente.
En los primeros meses él se encargaba, casi de manera exclusiva, a atender a su madre que fue diagnosticada de Alzheimer. Pero poco a poco fue dándose cuenta de que a pesar de su trabajo abnegado y desinteresado sufría el llamado síndrome del cuidador y no podía con todo. El cansancio físico y la angustia empezaron a hacer mella en él.
Es cuando le hice ver que no tenía que ser un superhéroe y que tenía que pedir ayuda a alguien que le asesorara para poder afrontar el proceso que ya se percibía que iba a ser largo. Ahora cuenta con el apoyo de profesionales especializados en discapacidad y mayores y su vida ha cambiado. Ha aprendido a aceptarse y valorarse ante una situación como está. También que debe buscar huecos para hacer cosas gratificantes como ir al cine o practicar deporte. Además, se ha apuntado a hacer técnicas de relajación que le ayudan en el día a día. Y, lo que es más importante, atender sus propias necesidades y no abandonarse como en los primeros meses.
El pensamiento positivo que ha sabido ejercitar es lo que hoy me ha llevado a mostrar mi admiración hacia Angel y a través de él a todos los cuidadores.