Tercera edad, la oscura cueva del olvido

“Cuando yo vivía en Segovia…”, “Cuando yo estuve en América…”, “Cuando trabajaba en Renfe…” Todos tenemos recuerdos y una memoria llena de imágenes, de sucesos lejanos y recientes, y de vivencias de nuestra infancia y adolescencia. Entrelazados en el tiempo con las emociones, conforman la historia de nuestra vida. Muchas personas mayores narran trozos de su historia, entre nostalgia e ilusión por encontrar alguien que les escuche. Pero a veces no resulta fácil, porque la historia se repite una y otra vez y terminan por contar siempre lo mismo.

Resulta un consuelo saber que según se envejece es normal olvidar ciertas cosas. La memoria, al igual que los músculos y los huesos, se debilita con el paso de los años. El flujo de sangre al cerebro en las personas mayores a veces disminuye, lo que puede perjudicar la memoria y causar cambios en las destrezas cognitivas.

Conocer la dimensión de cada olvido

Cuando comenzamos a olvidar cosas habituales, lo que más tememos es que sea el principio de una grave enfermedad, como el alzhéimer. Pero, aunque todos estamos expuestos a padecer algún tipo de demencia, las señales de olvido que aparecen de manera temprana, antes incluso de los 50 años, no conducen necesariamente a una enfermedad mental.

 

 

 

 

 

En general, en un olvido benigno, la persona olvida detalles de una situación y es consciente de lo que le pasa, se preocupa y trata de compensarlo dando una explicación o disculpándose. En cambio, un olvido patológico es un escenario completamente diferente: la persona olvida una situación por completo y es el familiar quien está preocupado. Hay que discriminar la causa entre vejez o enfermedad.

Es verdad que puede ser complicado para una persona sin formación en demencias saber cuándo debe buscar una opinión profesional ante los “fallos mentales” de un familiar cercano. Algo que puede ayudarnos es considerar las consecuencias de estos fallos en la vida diaria del individuo. A veces incluso se siente que la personalidad de nuestro ser querido está cambiando, que ya no parece el mismo. Si nos encontramos en la situación de llegar a plantearnos cosas como “últimamente no conozco a mi madre” o “cómo ha cambiado mi padre en los últimos meses”, no debemos dudar en pedir una opinión profesional acerca de esos cambios.

Una maraña de recuerdos cada vez más difícil de desenredar

A modo de ejemplo, para la persona con Alzheimer, presente, pasado y futuro se entremezclan en una suerte de nueva vida tejida con la lana deshecha de los recuerdos. Tiempo y espacio dejan de ser las bases sobre las que se apoya su sentido de la orientación, llegándose a sumir en una confusión que a veces, y ya en etapas avanzadas, pueden hacerle olvidarse hasta de sí mismo.

En Gerosol Asistencia, cuidamos de nuestros mayores de la mejor manera que sabemos, con calidad tanto profesional como humana.

El olvido involuntario va despojando una a una de hojas el árbol de la memoria. Ese olvido involuntario, que arranca episodios enteros de la vida, es un monstruo voraz que provoca un dolor extremo para quienes lo observan desde cerca. Por ello es tan importe que las personas mayores perciban en todo momento el afecto de quien le rodean.