¿Sabes qué riesgos corren las personas mayores que no duermen bien?

Las personas mayores suelen dormir menos horas que los jóvenes. Según han constatado numerosos estudios éstas necesitan menos horas de sueño para conseguir el necesario descanso. El problema es cuando se sufre insomnio o sueño fragmentado. En ese caso el descanso no es suficientemente reparador y surge la fatiga y falta de concentración. Y a todo ello se une, como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Toronto (Canadá), que la fragmentación del sueño se asocia a una aterosclerosis cerebral más grave y a una mayor falta de oxígeno en los tejidos cerebrales. Esto incrementa el riesgo de sufrir un ictus y se asocia con un mayor deterioro cognitivo y motor de carácter crónico y progresivo.

El insomnio o sueño fragmentado en el mayor puede tener consecuencias en su salud.
El insomnio o sueño fragmentado en el mayor puede tener consecuencias en su salud.

Por tanto, y la luz de las evidencias, los investigadores concluyen que la monitorización del sueño podría representar una nueva vía para identificar a las personas mayores en riesgo de sufrir un ictus. Sin embargo, reconocen los propios autores, deben llevarse a cabo más estudios para aclarar si el daño en los vasos sanguíneos cerebrales es una causa, o por el contrario una consecuencia, de la fragmentación del sueño.

Beneficios de dormir bien

La Fundación Española del Corazón recuerda entre los beneficios que tiene dormir bien que cuando el cerebro está descansado y la producción de hormonas está equilibrada, la memoria funciona a la perfección. Eso hace que la imaginación sea más potente y nosotros, más creativos.

Además, ayuda a perder peso ya que la falta de sueño hace que los adipocitos (células grasas) liberen menos leptina, la hormona supresora del apetito. El insomnio provoca, además, que el estómago libere más grelina (la hormona del apetito). Ambas acciones hacen que dormir poco se asocie a la obesidad.

Nuestro sistema inmunitario emplea asimismo el tiempo de sueño para regenerarse, lo que le permite luchar con eficacia contra las toxinas y los gérmenes que de forma continua nos amenazan. Con un sistema inmunitario débil tenemos muchas menos posibilidades de superar con éxito las infecciones.

Dormir fortalece también las conexiones neuronales. Durante la fase REM del sueño, el hipocampo, el almacén de nuestra memoria, se restaura, transformando la memoria a corto plazo en memoria a largo plazo. En la Universidad de Hafi (Israel) lo han corroborado con los resultados de un estudio que afirma que una siesta de 90 minutos a media tarde ayuda a fijar los recuerdos y la destreza.

Por otro lado, un reciente estudio publicado en el European Heart Journal afirma que los insomnes tienen tres veces más posibilidades de sufrir una insuficiencia cardíaca que los que duermen a pierna suelta. El insomnio aumenta los niveles en sangre de las hormonas del estrés, lo que aumenta la tensión arterial y la frecuencia cardíaca. Otros estudios también ligan el insomnio a tener el colesterol más alto.

Dormir bien reduce también la depresión. Cuando dormimos, el cuerpo se relaja y eso facilita la producción de melanina y serotonina. Estas hormonas contrarrestan los efectos de las hormonas del estrés (adrenalina y cortisol) y nos ayudan a ser más felices y emocionalmente más fuertes. La falta de sueño provoca, por el contrario, una liberación aumentada y sostenida de las hormonas del estrés.

Recomendaciones

Seguir algunas pautas puede ayudar a que los mayores duerman bien y así mejore su calidad de vida. Entre dichas pautas figura el ir a la cama a la misma hora todas las noches, levantarse en el mismo horario y con la luz solar y realizar ejercicio suave entre 20 y 30 minutos al día.

Otras recomendaciones a tener en cuenta son: evitar tomar alcohol y bebidas excitantes antes de dormir porque pueden causar sudores, dolores de cabeza y sueños intensos; no irse a la cama hambrientos pero evitar también las cenas abundantes; no pensar en problemas durante la noche; evitar mirar el reloj; revisar si las siestas ayudan en el rendimiento diario o provocan insomnio; y tener una ventilación e higiene adecuadas en la habitación.

Además es importante tener una rutina de relajación antes de ir a la cama: baños de agua caliente, lectura, estiramientos, ejercicios de respiración y para destensar el cuerpo. Para conseguir relajarse es necesario practicar estos ejercicios con regularidad, unos diez minutos al día, centrándose en las sensaciones y no en los pensamientos, en un ambiente sin ruido y en una postura cómoda, obteniendo de forma progresiva una mejora de calidad de sueño y con ello despertarse cada día con mayor energía.