Las personas mayores LGTBIQ también existen

El pasado 28 de junio se celebró el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ, una festividad que reivindica los derechos de la comunidad LGTBIQ en todo el mundo. Este año se cumple el 50 aniversario de la redada homófoba que tuvo lugar en un pub llamado Stonewall, en el neoyorquino barrio de Greenwich. Desde entonces, todos los 28 de junio, miles de personas salen a las calles para reivindicar la libertad sexual.

Gracias a estos movimientos, en general actualmente, no suele haber rechazo hacia este colectivo de personas cuando muestran signos indicativos, o declaran abiertamente, cuáles son sus preferencias sexuales. Sin embargo, esta aceptación se produce especialmente entre jóvenes y adultos, pero ¿qué pasa con las personas mayores?

Unos derechos adquiridos que no estaban hace 40 años

En primer lugar, tenemos que pensar cuáles son las vivencias que estas personas han padecido en su vida y cómo difieren de aquéllas que tendrá que vivir un joven que decide declarar su sexualidad hoy en día.

Pues bien, algunas de esas personas nacieron en plena dictadura franquista o incluso antes de la guerra civil, sufriendo el terrible miedo a ser uno mismo. Miedo a las represalias, a la persecución, al ostracismo, al rechazo del entorno social y a la condena penal. Probablemente podemos imaginarlo, porque todos hemos sentido ese tipo de miedo. Para entenderlo sólo debemos multiplicar esa sensación.

Durante esa época, muchos mayores no pudieron trabajar porque se vieron marginados o excluidos del mercado laboral. Las consecuencias son que ahora mismo se ven obligados a malvivir con pensiones muy bajas, en ocasiones teniendo que recurrir a ayudas sociales como comedores.

 

 

 

 

 

Las personas mayores LGTBI a menudo se encuentran con actitudes homófobas en las residencias de ancianos, los centros de día y otras instalaciones, por parte de otros residentes o incluso de algunos cuidadores. Se enfrentan a un doble estigma social. Nadie se preocupa de ellos. ¿Quién les va a atender si sufren patologías como un ictus, demencia, párkinson o alzhéimer? Ahora, en muchos casos, se ven obligados a volver al “armario” para que sean atendidos en residencias o por otros profesionales.

Atención personalizada para este colectivo vulnerable

Algunos profesionales sociales de este sector indican que una de las razones por las que estas personas mayores se quedan al margen de dichos servicios es porque normalmente son los familiares los que les llevan a las residencias, pero muchas personas LGTBI ya no tienen familia, nunca la han tenido, o han cortado la relación.

A esto hay que sumarle que tal y como están planteadas y organizadas la mayoría de estos centros, se impide que hombres y mujeres homosexuales se sientan con la comodidad y el bienestar necesarios para aceptarlas como su hogar.

Ante esta situación, la Fundación 26 de diciembre, trabaja con un grupo de voluntarios que ayuda a paliar el abandono y la soledad de los mayores LGTBI. El objetivo es construir, buscar y fomentar espacios físicos y sociales, así como actividades adaptadas y pensadas para el colectivo de mayores LGTBI.

El nombre de la organización engloba todo este lastre social que les hizo perder injustamente el derecho a vivir su identidad y su sexualidad con dignidad: el 26 de diciembre de 1978 fue el día en el que se modificó la ley franquista que tipificaba a la homosexualidad como un delito penado con cárcel.

Una residencia pública pionera en el mundo que ha despertado el interés fuera de nuestras fronteras. Federico Armenteros, el presidente de la Fundación 26D, ha presentado el proyecto de la residencia recientemente.

Por todo ello, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido dedicar la semana del Orgullo 2019 a los mayores LGTBIQ que suponen unas 800.000 personas en toda España, bajo el lema: «Mayores sin armarios. ¡Historia, lucha y memoria! Por una Ley estatal»

Algunos mayores de este colectivo nunca pudieron ser felices. Se acercan tímidamente a las discotecas, pasean por Chueca y ven la libertad de la que gozamos hoy en día. ¿Y qué piensan? ¿Se sienten felices por la vida que hoy tenemos o sufren por la que ellos no pudieron tener?

Debemos tener esto en consideración y conseguir espacios físicos y sociales de libertad y respeto a los mayores LGTBIQ para así tratar de cubrir sus necesidades particulares y colectivas. Pero a veces una sonrisa puede curar antiguas heridas.