Época estival. La alimentación en mayores

Llega la época estival y son muchas las recomendaciones en torno a los hábitos alimenticios y de hidratación que nos llegan todos los días por parte de los medios y las redes de comunicación.

Desde la perspectiva de la salud o las discapacidades, el aumento de la esperanza de vida, pide un avance en el desarrollo de las atenciones a la gente mayor. Teniendo en cuenta la gran diversidad de este colectivo en todos los ámbitos, social, cultural y económico y los cambios físicos y fisiológicos que la vejez conlleva, es necesario favorecer una buena alimentación, pues el estado nutritivo de una persona es un determinante de su salud (Saez, 2003)

En España destaca la evolución de las personas con sobrepeso y obesidad, de modo que en una década la prevalencia de personas con índice de masa corporal superior al aconsejado aumentó en los últimos años cerca del 8%.

La ingesta de líquidos con regularidad a lo largo de todo el día, teniendo en cuenta no sólo las necesidades hídricas sino además las necesidades de cada persona en función de su estado de salud (edemas, insuficiencias cardiaca, congestiva, insuficiencia renal, etc…).

A nivel práctico las recomendaciones nos hacen llegar a consumir preferentemente un mínimo de 8 vasos de agua al día.

Por otra parte, cuáles son los indicadores que debemos considerar para considerar que tenemos ante nosotros una malnutrición en el anciano:

  • Pérdida de peso involuntaria, aproximadamente un 5% en un mes; 7,5% en 3 meses o 10% en 6 meses.
  • Bajo peso para la talla
  • Índice de masa corporal por debajo de 22.
  • Observar los niveles de colesterol, albúmina, etc.
  • La circunferencia muscular del brazo por debajo de 10º percentil.

Además debemos saber cuáles son las consecuencias de la desnutrición en la persona de edad avanzada:

  • Mayor fragilidad o menor capacidad orgánica, lo detectamos porque se produce inmovilismo, estados confusionales, incontinencia esfínteres y anorexia.
  • Resultado menor en los fármacos utilizados.
  • Alteraciones del sistema inmune, mayores infecciones, etc.
  • Pérdida de dentadura, de agudeza visual.

Las nuevas tendencias en la alimentación de las personas mayores se centran en dejar pasar de las restricciones y limitaciones, para dar una mayor importancia a la mejora nutricional, por una parte introduciendo la utilización de suplementos/dietéticos cuando sea necesario, para conseguir que todas las personas mayores cubran las ingestas recomendadas y los objetivos nutricional marcados para ellas (Anta, 2009). Además debemos valorar que las comidas se realicen en compañía, en lugares agradables, ventilados y libres de olores.