El otro día me llamó mi amiga Paloma. Su padre se había caído y estaba desconcertada. Fue un tropezón sin importancia pero ha supuesto un punto de inflexión en la vida familiar. Enseguida le recomendé que llamara a Gerosol para pedir ayuda domiciliaria. Su madre casualmente tiene un hombro recién operado, sus hermanas tienen niños pequeños y ella trabaja todo el día.
Tras escuchar todas las consecuencias que han traído ese pequeño accidente me puse a pensar cuántas personas pasan por lo mismo. Los mayores de 65 años son quienes sufren más caídas. Y, en el mundo cada año se producen 37,3 millones de caídas cuya gravedad requiere atención médica. Por eso, quise poner mi granito de arena. A veces con tener en cuenta unas recomendaciones básicas se pueden evitar males mayores.
La Organización Mundial de la Salud apuesta por las estrategias preventivas que deben hacer hincapié en la educación, la capacitación, la creación de entornos más seguros, la priorización de la investigación relacionada con las caídas y el establecimiento de políticas eficaces para reducir los riesgos.
Y, como más vale prevenir, conviene realizar un examen del entorno donde vive la persona mayor para detectar riesgos. Además, es aconsejable seguir de cerca modificaciones clínicas para identificar factores de riesgo, tales como cambio de la medicación, el tratamiento de la hipotensión, la administración de suplementos de calcio y vitamina D o el tratamiento de los trastornos visuales corregibles.
El fortalecimiento muscular y ejercicios de equilibrio prescritos por profesionales sanitarios con formación adecuada también pueden ayudar a evitar golpes y caídas.