No podemos saber qué pasará en el futuro en ningún aspecto de nuestras vidas, pero si algo está claro es que todos vamos a envejecer. En el año 2050, unos 2.000 millones de personas en el mundo tendrán más de 60 años y, aunque no podemos ir contra la naturaleza, la tecnología ocupará un papel muy importante en nuestro bienestar diario gracias a la domótica y a la edificación inteligente.
La tecnología dentro de nuestras casas.
El término domótica engloba, en líneas generales, las plataformas que incluyen la creación de controles automatizados para los hogares, es por ello que a la domótica también se la conoce como los sistemas de casas inteligentes.
La domótica incluye elementos de hardware y de software que dan lugar al posible desarrollo de plataformas personalizadas, es decir, que pueden ser construidas de acuerdo a diversos aspectos, incluyendo las necesidades puntuales de los usuarios que van a utilizar el sistema.
Algunas actividades que incluyen la domótica son, entre otras, poder mandar órdenes a la televisión, la identificación de objetos mediante etiquetas RFID, persianas que suben con una orden de voz, grifos que se apagan solos cuando detectan que rebosa la pila o puertas que avisan a kilómetros de distancia que alguien está entrando o abandonando la casa. Hoy en día muchas de estas acciones son una realidad y se siguen logrando grandes avances en este terreno.
Lo cierto es que la domótica posee grandes ventajas, ya que al tratarse de un conjunto de tecnologías aplicadas al control y la automatización inteligente de la vivienda, permite entre otras cosas lograr un real ahorro energético, mejorar el acceso a elementos por parte de personas con dependientes e incluye la posibilidad de aportar un sistema de seguridad con vigilancia automática. Dentro de las posibilidades, la domótica puede ser asequible, ya que puede instalarse en un piso de 90 metros cuadrados por poco más de 1.000 €.
La inmótica, o la domótica en el sector terciario.
Mientras la palabra domótica se aplica al hogar, por inmótica se entiende la incorporación de sistemas de gestión técnica automatizada a las instalaciones del sector terciario como son plantas industriales, hoteles u hospitales. En realidad, los sistemas y aplicaciones inmóticas son muy similares a los de la domótica y, por ello, a menudo se emplea el concepto de sistemas domóticos referidos también a este sector.
Un ejemplo de cómo la inmótica aporta esta seguridad pasiva lo encontramos en las residencias de ancianos en las que, entre otros sistemas, se ha instalado un sensor en el somier de las camas que si no detecta peso durante cierto tiempo manda una señal a la central de datos.
A la hora de diseñar un sistema de domótica/inmótica, hay que seguir ciertas premisas:
- Fácil manejo (sobre todo pensando en las personas mayores que deberán adaptarse al manejo de las nuevas tecnologías).
- El mantenimiento deberá ser sencillo y barato.
- El sistema domótico de comunicaciones debe concebirse de manera que cada usuario pueda ampliar sucesivamente las prestaciones del mismo a medida que las vaya necesitando.
- Cada usuario tiene que poder seleccionar sólo las funciones que necesite para su vivienda.
Los edificios y la domótica son impulsados por el “Internet de las cosas” (IoT, sus siglas en inglés) que interconecta digitalmente objetos cotidianos con Internet. Así, se activa una nueva generación de viviendas inteligentes que se adaptan mejor a las prioridades de las personas.
Por ello, cada vez son más los arquitectos, constructores e ingenieros los que quieren crear estructuras sostenibles, capaces de aprovechar el entorno y adaptarse a él. Llegar al límite.