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Cómo cuidar a nuestros cuidadores

Conoce algunas particulares reflexiones sobre cómo cuidar a nuestros cuidadores

Si buscamos la palabra cuidador en el diccionario sorprende la definición que recoge: que cuida. Si damos un paso más y buscamos su origen etimológico, el término cuidador cobra la relevancia que merece, gracias a la gran cantidad de verbos que se asocian a esta figura. Un cuidador resguarda, atiende, conserva, administra, cultiva, mantiene, protege, mira, vigila, y defiende a alguien en situación de dependencia.

Los cuidadores no profesionales suelen ser familiares o personas del entorno de las personas dependientes que prestan su ayuda para poder facilitarles soporte en sus necesidades básicas. En una familia es normal que todos los miembros presten su ayuda, y así se reparte la carga y la responsabilidad. Pero suele haber un cuidador principal, aquella persona que se ocupa mayoritariamente de la persona con dependencia, que asume la mayor parte de los cuidados y en casos también en la toma de decisiones.

Su tarea, que tiene grandes dosis de humanismo, de generosidad, de empatía y de sacrificio se concreta, básicamente, en ayudar a las personas con dependencia a la realización de las tareas de la vida cotidiana, las que nos permiten vivir con dignidad (aseo, comida,) y a las actividades más instrumentales (tomar la medicación, la gestión económica, la sociabilización, salir de casa, acudir al médico) …

Por experiencia propia sé que cuando existe una persona dependiente en la familia, siempre preocupa cómo se nos debe atender para garantizar nuestra máxima calidad de vida, pero a veces nos olvidamos de que una parte fundamental para que nuestro cuidado sea adecuado nosotros debemos también preocuparnos de cómo cuidar al cuidador. En este post vamos a hablar de cómo las personas dependientes podemos ayudar a quienes nos cuidan.

Al igual que un buen cuidador/a sabe que cada persona es distinta a otra y, por tanto, cada cuidado debe adaptarse a las características y circunstancias de esa persona, por nuestra parte, las personas en situación de dependencia, dentro de nuestras posibilidades debemos comprender que nadie nace sabiendo cómo cuidar, a pesar de que cuando nacemos recibimos cuidados a grandes dosis. Aprender a cuidar es algo que se va aprendiendo a través de la experiencia, de cada error y de cada acierto. También aprendemos al observar cómo lo hacen otras personas, y al poner en práctica los conocimientos adquiridos en la formación y los que nos ofrecen los manuales, los libros y las personas expertas en el cuidado.

Reconozcamos el esfuerzo diario de nuestros cuidadores: Es necesario aprender a ser agradecidos, dar las gracias a las personas de quienes te rodeas, sean parte de tu círculo más cercano o no. Yo he comprobado que la gratitud da fuerza a quien me asiste cada día. Una palabra, un gesto, una mirada o una sonrisa, todo vale para reconocer sus esfuerzos.

Tengamos paciencia con nuestros cuidadores: infinidades de ocasiones las personas dependientes necesitamos que los cuidadores sean pacientes con nosotros, y la paciencia que les damos actúa como bálsamo para el cuidado a nuestros propios cuidadores.

Uno de los aprendizajes más grandes que me ha dado ser una persona en situación de dependencia es no juzgar a nadie por nada. Las actitudes y acciones de las personas son el resultado de lo que han vivido y de lo que han hecho con las herramientas que han tenido. Y aunque es fácil decirlo, a veces llega a ser muy difícil comprenderlo. Es justo ahí donde entra la empatía. La empatía es la facultad humana de ponerse en los zapatos del otro. Como cuidador, en mi caso, procuran aplicarla todo el tiempo. Entonces, comprender que nuestros cuidadores también tienen dificultades es clave para respetar a quien nos cuida. Además, creo que en general la indiferencia nos divide, pero la empatía nos une

Aunque nada podrá sustituir el cariño de la propia familia, cuando esta no puede darlo tendremos que confiar en profesionales especializados en el cuidado de las personas dependientes. En Gerosol, sabemos la importancia que el cariño y la compañía tienen para nuestro colectivo, y estamos especializados en la atención y el apoyo a los mismos. Además, podemos ser un brazo en el que apoyarse, un hombro en el que consolarse y una mano auxiliadora.

La Madre Teresa de Calcuta dijo: “El amor comienza en casa, y no es lo mucho que hacemos, es cuánto amor ponemos en cada acción”. Por ello, considero que nuestros cuidadores se merecen nuestro cuidado.