El sentido del tacto es sumamente importante para la salud del ser humano, aunque a lo largo de la historia no siempre ha sido suficientemente comprendido y valorado, sobre todo porque es ahora cuando se le han imputado bastantes limitaciones surgidas de los condicionamientos sociales. En este articulo nos detenemos a reflexionar sobre la importancia del contacto físico.
El sentido del tacto reside en las terminaciones sensoriales de la piel, que es el órgano corporal más grande que tenemos y en el que existen mayor cantidad de terminaciones nerviosas. Mide alrededor de dos metros cuadrados, almacena más de un tercio de la sangre que bombea el corazón y pesa entre tres y cuatro kilos, dependiendo de la altura y constitución de cada persona.
Un sentimiento que va más allá de lo meramente físico
También es un sentido bastante íntimo, un sentido de cercanía que actúa a muy corta distancia permitiéndonos explorar el mundo próximo, a diferencia de la vista o el oído que pueden percibir fenómenos lejanos.
Además, numerosos estudios científicos muestran que sentir la piel del otro tiene múltiples beneficios para la salud: disminuye el dolor físico, fortalece el sistema inmunitario, calma el ritmo cardíaco y normaliza la presión sanguínea, reduce la agitación en pacientes con Alzheimer, aumenta las posibilidades de supervivencia en bebés prematuros y, desde el punto de vista psicológico, hace subir el nivel de hormonas de bienestar, disminuye la sensación de soledad y reduce los síntomas de ansiedad y depresión.
Contra el cansancio y cualquier momento emocional complicado, la mejor receta emocional es “mezclar vitaminas A, B y C (abrazos, besos y caricias)”, porque no caducan, son gratuitas y muy fáciles de administrar. El abrazo es una de las principales demostraciones de afecto que podemos dar con varios significados posibles: amistad, cariño, dedicación o gratitud. Además, ejerce una clara influencia positiva tanto para la persona que lo recibe como para la que lo da, convirtiéndose de este modo en una forma de comunicación ideal para relacionarse con los demás. Cuando no sabemos cómo expresar con palabras una situación óptima, un abrazo siempre será una buena opción, aunque sabemos que en estos momentos los tenemos limitados.
Por tanto, el contacto humano es una necesidad tan importante a lo largo de la vida como el agua o la comida y en la vejez adquiere más importancia especialmente si la persona ha empezado a perder su capacidad de comunicarse verbalmente. Sujetar la mano del enfermo, tocar su hombro o acariciarle la cara calmará su temor y le dará seguridad. Quizás una de las pocas excepciones sea cuando experimenta un acceso de agresividad, momento en el que es mejor no tocarle y menos de forma inesperada, o si vemos que el contacto físico les molesta. Generalmente le damos poca importancia a estas «medicinas» gratuitas, pero establecer un contacto cercano y cálido con otra persona depara grandes beneficios tanto para la salud física como mental, como mencionamos anteriormente.
En estos tiempos buscamos nuevas formas de conectar más allá de contacto
Desde Gerosol, exponemos a continuación gestos o acciones que demostrarán cariño hacia los demás sin necesidad de tener un gran contacto físico:
– El poder de la palabra. Las palabras, ya sean de agradecimiento, reconocimiento o afirmación, son excelentes vehículos para demostrar cariño. Podemos utilizarlas para elogiar, demostrar empatía, bromear…En definitiva, para sacar una gran sonrisa a quien tengamos cerca en cada momento.
– … y de la mirada. Mantener el contacto visual es imprescindible para descubrir esos pequeños gestos que nos permitirán saber lo que en ese momento está sintiendo nuestro familiar, amigo o pareja. Está claro que una situación de interacción entre dos personas se vuelve mucho más torpe si ambas no se están mirando a los ojos.
En el fondo, en situaciones de pérdida, todos valoramos lo que no tenemos y si es de forma impuesta, aún más. Tenemos cierta capacidad de adaptación ante pérdidas que sabemos no recuperables, una muerte, por ejemplo, pero ante pérdidas de manifestaciones emocionales físicas con alguien a quien tenemos ahí, a dos metros, la verdad es que es algo a lo que no acabamos de acostumbrarnos. Inhibir, contener la exteriorización de los sentimientos y el impulso del acercamiento es algo tremendo.
Durante la noche, cuando la oscuridad y la quietud reinan en un domicilio, algunos beneficiarios demandan atención de manera repetida. Aducen diferentes tipos de malestar o necesidades que, nuestro personal sanitario, procura resolver. Sin embargo, en Gerosol conocemos que detrás de esos síntomas se esconde quizás la necesidad de contacto. La soledad de la noche favorece que emerjan temores e inquietudes. Entonces, una caricia, una mirada atenta, coger la mano o acercarse a la cabecera de la cama a escuchar surten un efecto calmante inmediato.
En definitiva, nos hemos percatado durante el aislamiento de lo importante que es el ser tocado y el tocar a los demás. Por todo ello, deseamos que, cuando finalmente la pandemia se haya relegado a un mal sueño, el contacto piel con piel vuelva a convertirse en nuestra forma favorita de relacionarnos.