Parecía que esto año no iba a llegar pero… ¡ya está aquí! El frío se ha instalado y nos afecta a todos pero en las personas mayores de 70 años el que la temperatura del organismo descienda conlleva diferentes problemas de salud como aumento de dolores musculares, articulares y óseos derivados de sus patologías crónicas, tales como artrosis, reumatismos, problemas respiratorios o enfermedades cardiovasculares y metabólicas.
Cuando baja la temperatura, el organismo reacciona perdiendo calor y los vasos sanguíneos se contraen. Esto obliga al corazón a bombear más sangre y se produce un aumento de la presión arterial o hipertensión que eleva el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular. En cuanto a problemas respiratorios, el frío disminuye las defensas y hace que las mucosas no funcionen igual, lo que favorece los resfriados, gripes o infecciones respiratorias o bronquitis.
Las temperaturas invernales también hacen que se produzcan contracturas musculares que cursan con dolor importante. Dicho dolor en los mayores puede hacer que reduzcan su actividad normal y movilidad lo que les puede provocar problemas como rigidez articular y atrofia muscular.
Recomendaciones
El mejor remedio contra los efectos del frío es conseguir que la temperatura aumente, aplicando calor de forma externa o bien generando calor en el organismo a través del movimiento y del trabajo del sistema cardiovascular con ejercicio. Además para mitigar el frío en las personas mayores se puede aplicar calor seco en las articulaciones afectadas o musculatura que presente dolor en periodos no superiores a 10-15 minutos durante 2 o 3 veces al día; o evitar los cambios bruscos de temperatura y las exposiciones prolongadas al frío de la calle.
También es recomendable tener una rutina de ejercicios matutina y evitar el sedentarismo, con ejercicios suaves en los que se muevan todas las articulaciones. Estos ejercicios deben estar prescritos y supervisados siempre por un fisioterapeuta para que sean adecuados a cada paciente y las patologías que puedan presentar.
Utilizar prendas especiales que abriguen pero no obliguen al paciente a realizar un esfuerzo extra por ser de gran peso e impedirle la movilidad, como prendas térmicas y abrigos ligeros; y cuidar la alimentación, evitando las comidas copiosas que exijan un enorme gasto energético durante la digestión, también ayudarán a mitigar el frío.