Narcolepsia: ¡yo tengo sueño!

Todos hemos pasado alguna noche en la que no hemos podido conciliar el sueño, y hemos sufrido las consecuencias el día siguiente: te sientes físicamente agotado, no puedes pensar o reaccionar con rapidez y estás de mal humor. Pero ¿qué pasa con alguien que no puede experimentar un sueño adecuado de manera recurrente? Hasta cierto punto, eso es lo que les pasa a las personas con narcolepsia. En este artículo ponemos el foco en conocer dicha patología.

A pesar de ser una enfermedad rara que se da entre 20 y 30 personas por cada 100.000 habitantes, según la Asociación Española del Sueño (ASENARCO), la narcolepsia es un trastorno del sueño bastante conocido a nivel popular. Seguramente, porque los síntomas más frecuentes de esta patología crónica resultan bastante peculiares: quien la padece sufre una fuerte somnolencia y ataques repentinos de sueño durante el día. Ello le lleva a tener serios problemas para mantenerse despierto durante periodos de tiempo largos y sin importar que esté en el trabajo, comiendo, conduciendo o practicando deporte, puede quedarse dormido sin previo aviso.

Una alteración en los ciclos del sueño

Normalmente, al dormirnos, el sueño experimenta unas primeras fases sin movimientos oculares rápidos, en la que las ondas cerebrales se vuelven algo más pausadas. Después de una hora, aproximadamente, la actividad del cerebro aumenta y empieza la fase REM, en la que sí hay movimientos oculares rápidos y durante la que tiene lugar la mayoría de los sueños. Un ciclo completo de sueño dura entre noventa y cien minutos, y a lo largo de la noche completamos entre cuatro y cinco ciclos de sueño. Sin embargo, las personas que sufren narcolepsia pueden entrar de manera repentina en la fase REM, sin haber experimentado la etapa anterior del sueño, tanto de noche como de día.

Este trastorno, de origen neurológico, suele aparecer entre los 15 y los 35 años, en algunos pacientes que sufren narcolepsia se dan niveles muy bajos de una sustancia llamada hipocretina, producida en el hipotálamo del cerebro, y que ayuda a las personas a mantenerse despiertas. Por otra parte, diferentes estudios indican que dicha alteración está asociada, con frecuencia, a un trastorno autoinmune.

Un desarrollo de la enfermedad lento y poco diagnosticado

La narcolepsia dura toda la vida con pocas variaciones. La primera manifestación suele ser la hipersomnia (exceso de sueño) con crisis de sueño diurno, y a continuación, en un plazo de uno o dos años, aparece la cataplejía o cataplexia (pérdida involuntaria del control muscular ante las emociones fuertes como el llanto o la risa).

Desde que aparecen los primeros síntomas hasta el desarrollo completo del síndrome pueden pasar hasta veinte años; además, con los años, puede alterarse la calidad del sueño nocturno del paciente y asociarse con otros trastornos del sueño, sobre todo apnea del sueño. El resto de los síntomas que acompañan a esta enfermedad son las alucinaciones y la interrupción del sueño nocturno.

La narcolepsia es un trastorno crónico sin cura, a lo que se añade la dificultad de que se encuentra infradiagnosticado. De hecho, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), el retraso en el diagnóstico de la narcolepsia puede llegar a los diez años y se estima que, actualmente, más del 60% de los pacientes españoles está sin diagnosticar.

Aun así, se están dando avances en este sentido y, en los casos ya diagnosticados, los síntomas pueden controlarse con medicamentos y cambios en el estilo de vida. El tratamiento no farmacológico suele basarse en seguir una correcta higiene del sueño y una rutina diaria que incluya siestas programadas que contribuyan a mitigar la somnolencia.

En el caso de que las anteriores medidas no sean suficientes, existe también tratamiento farmacológico, que pueden consistir tanto en el uso de psicoestimulantes que ayuden a la persona a mantenerse despierta durante el día, como de antidepresivos u otros fármacos específicos que reduzcan los episodios de cataplejía u otros síntomas.

En Gerosol, ponemos mucha atención a la calidad del sueño de nuestros beneficiarios, ofrecemos, nuestros mejores cuidados a personas que padecen narcolepsia y les proporcionamos el bienestar necesario, siendo conscientes de lo que implica esta enfermedad.

En cualquier caso, el apoyo del entorno familia, amigos, compañeros de trabajo o profesores es fundamental para que la persona con narcolepsia sea capaz de afrontar este trastorno.