Antes del Covid-19 nuestro ritmo de vida era en muchas ocasiones acelerado y nos costaba vivir despacio e incluso estar relajados. Ahora, tras haber pasado mucho tiempo en casa de forma obligada por el confinamiento, nos hemos dado cuenta de lo importante que es tener un hogar agradable, y convertirlo en nuestro refugio más preciado donde estar seguro. El período de confinamiento más severo nos hizo buscar actividades en casa para pasar el tiempo libre, y sin duda, una de las más destacadas fue la repostería.
Ciertamente, la comida se convirtió en uno de los recursos más efectivos a la hora de sobrellevar aquellos meses de confinamiento. Una situación complicada ante la que hubo a quien le dio por aprender a cocinar o abrazar los preceptos de la vida saludable.
El gusto por lo dulce y su fundamento histórico
Como mera curiosidad, comentamos que las personas decidimos qué queremos comer dependiendo de nuestras necesidades y nuestros gustos. Elegimos entre comida saludable, accesible o fácil de conseguir, pero sin duda una de las principales razones para esa elección es el sabor. Dentro de la gran variedad de sabores que hay, el dulce es el más demandado, la mayor tentación. ¿Por qué ocurre esto?
Pues parece ser que la respuesta a esta pregunta está en nuestros genes: a los humanos nos gusta el sabor dulce porque históricamente lo asociamos con comidas saludables mientras que los sabores amargos se relacionan con alimentos tóxicos. Nuestros antepasados sólo podían distinguir si lo que iban a ingerir era o no venenoso dependiendo de su sabor, dulce o amargo y a partir de ese momento empezamos a preferir las cosas dulces.
En efecto, a todos/as nos gusta tomar un postre dulce de vez en cuando, y no todos tienen por qué ser productos de supermercado ni elaboradísimas delicatessen de apellidos franceses. Con cosas que solemos tener por casa podemos hacer unos postres estupendos, a nuestro gusto, decorarlos con un poco de maña y disfrutar de un bocado dulce y creado con nuestras propias manos.
De acuerdo con los expertos, preparar postres, controlando la ingesta de azúcares, especialmente si se hacen para los demás, puede traer beneficios a la salud mental. Quienes preparan postres y cosas dulces para la familia suelen tener más control en la expresión de sus emociones y logran comunicar mejor sus sentimientos. A veces, la comida expresa lo que uno quiere decir, y es por ello que muchas veces llevamos un pastel o un rico postre a alguien con quien nos sentimos agradecidos. Esta actividad brinda calma, relaja la mente y es una excelente terapia para mejorar el estado anímico.
Resulta sorprendente cómo las tendencias de Google en España muestran que la búsqueda de la palabra «levadura» se ha cuadruplicado desde el inicio de la pandemia. Asimismo, en los establecimientos de alimentación confirman que desde finales de marzo han aumentado sus ventas de harina, levadura, huevos, mantequilla, cacao y chocolate.
Los psicólogos de la nutrición han estudiado la relación entre la cocina casera y la reactivación de recuerdos agradables, un fenómeno que se puede describir por ejemplo en la escena de la magdalena mojada en té.
Es normal que, en circunstancias de miedo, angustia o desasosiego, nos refugiemos en la repostería que nos recuerdan a nuestra infancia porque nos trasladan a un momento esencial de paz, tranquilidad, felicidad y otras emociones positivas, pero puede pasarnos con cualquier elaboración personalizada. Es un mecanismo de defensa que tiene nuestro cerebro para combatir las emociones que estamos sintiendo actualmente.
Un consumo responsable de dulces
Desde Gerosol, queremos destacar que, para conservar la salud de los adultos mayores, otro de los factores más importantes es llevar una alimentación adecuada a sus requerimientos y necesidades. Pero ¿es posible que ellos se puedan dar ciertos gustos sin que su salud se vea afectada de forma negativa? Hoy en día sí es posible, especialmente a la hora de disfrutar un postre. En la actualidad contamos con diversos ingredientes en el mercado que permiten la elaboración de postres saludables y que pueden ser incluidos en la dieta de las personas mayores, siempre que se consuman con moderación y junto con una alimentación apropiada para su edad.
El uso de harinas integrales resulta ideal para la elaboración de panes y galletas ya que debido a su contenido en fibra ayuda a mejorar la digestión de los adultos mayores y a disminuir los problemas de estreñimiento, característicos de esta etapa de la vida. Asimismo, se pueden elaborar postres libres de gluten, los cuales reemplazan la tradicional harina de trigo por harinas de otros cereales que no perjudican los niveles de azúcar en igual cantidad como lo hace la harina blanca de trigo.
Se pueden elaborar tartas y pasteles con frutas como moras y frambuesas que son ricas en antioxidantes, sustancias químicas con múltiples beneficios para la salud como la desaceleración del proceso de envejecimiento y la prevención de ciertos tipos de enfermedades. Además, estos postres pueden endulzarse con edulcorantes naturales cuyo uso no tiene un impacto negativo en los niveles de azúcar de los adultos mayores.
El consumo de chocolate amargo y su uso en postres también es favorable para la salud del adulto mayor ya que el chocolate con mayor contenido de cacao protege el sistema cardiovascular, disminuye la hipertensión, tiene efectos relajantes y además posee un bajo contenido de azúcar, lo cual es propicio para las personas con diabetes.
Con lo cual, puesto que a nadie nos amarga un dulce, está bien comer un postre de vez en cuando para satisfacer los pequeños antojos, siempre teniendo en consideración estas recomendaciones y evitando los excesos, lo cual nos permite a personas de todas las edades preservar y mantener una buena salud tanto física como emocional. Con nuestro Equipo de Cuidadoras/res en el domicilio, pueden nuestros mayores colaborar en la realización de estos, buscando siempre la promoción de su autonomía personal.