El coronavirus ha golpeado con especial dureza a algunos colectivos que ya sufrían otras patologías crónicas y que han empeorado drásticamente su estado de salud. Es el caso de los enfermos con demencias, que han sufrido una aceleración de su situación cognitiva como resultado de la infección. Por ello, a continuación, veremos las dificultades que ha pasado este colectivo.
Las personas que sobreviven a la Covid-19 se encuentran en alto riesgo para desarrollar posteriormente patologías neurológicas y, en particular, la enfermedad de Alzheimer. Así lo indican diferentes estudios científicos de ámbito europeo e internacional, según los cuales se han observado problemas neurológicos y evidencias de deterioro cognitivo en alrededor del 36% de personas que han sobrevivido al virus, quienes podían o no padecer afecciones neurológicas preexistentes.
Síntomas que se observan en la población general como fiebre, tos y dificultad respiratoria, son menos frecuentes en casos de pacientes de Alzheimer, aunque cuando presentan delirios pueden estar asociados a la dificultad respiratoria y consecuente hipoxia. Por el contrario, la manifestación clínica más frecuente de la infección por COVID-19 en las personas que padecen demencia, y más concretamente la enfermedad de Alzheimer, se caracteriza por somnolencia y diarrea. El riesgo de muerte por la infección por COVID-19 en este colectivo no depende tanto de la edad, sino de la gravedad de la demencia, y se observa, sobre todo, en los pacientes en estadios avanzados de las demencias.
Fenómenos como la agitación, la apatía o la agresividad se han intensificado en los pacientes que ya los manifestaban antes de la pandemia, pero, además, han aparecido por primera vez en otras personas que nunca los habían expresado. Del mismo modo, han aumentado los episodios de enfado, ansiedad, insomnio o estrés.
Otro de los principales problemas que apuntan los especialistas tiene que ver con el riesgo de contagio, que es mayor en los enfermos con demencia debido al deterioro cognitivo que padecen. La limitación en poder gestionar la información sobre el coronavirus, la menor capacidad para adaptarse a situaciones nuevas, y la dificultad para comprender y recordar las medidas higiénicas (lavado de manos, mascarilla, distancia social, etc.), representa otra realidad.
A esto se une que el principal factor de riesgo genético para desarrollar demencia esporádica (ApoE 4) también predispone a desarrollar una infección por coronavirus más grave y con una mayor mortalidad, independientemente de que la persona haya desarrollado ya deterioro cognitivo o no, según investigaciones recientes.
Desde Gerosol corroboramos que, a estas personas, el no tener contacto con la gente que ha formado parte de su vida los desconecta de su identidad. Ellos necesitan mantener la línea de su historia vital estable y haberla interrumpido hace que pierdan sentido de vida porque lo único que les mantiene anclados a la realidad es el contacto con sus familiares, por ello es importante el abordaje multidisciplinar que se aporta como modelo de intervención desde Gerosol Asistencia, en el que, desde un médico, auxiliar, fisioterapeuta, trabajador social, se establecen prioridades en el modelo de atención.
Igualmente, las últimas cifras de la Sociedad Española de Neurología (SEN) en España existen más de 150.000 personas que padecen Parkinson, mientras que cada año son diagnosticados alrededor de 10.000 casos.
Por otro lado, las personas que sufren de Parkinson, que se cifran en más de 150.000 personas, con una incidencia de 10.000 casos anuales, según la Sociedad Española de Neurología, sufren una muerte selectiva de algunas de las neuronas encargadas de la producción de un químico cerebral, la dopamina, que interviene en la gestión de movimientos y cuya deficiencia conlleva temblores y problemas de movimiento.
Además de la incertidumbre y la ansiedad que generan los síntomas de la enfermedad de Parkinson, ahora hay que tener en cuenta también los del coronavirus, ya que contraer el virus puede empeorar la sintomatología y aumentar la dificultad por ejemplo para respirar o tragar.
Lamentablemente, en la mayoría de los casos se desconoce la causa que provoca las enfermedades neurodegenerativas y esta es una de las principales reivindicaciones de este Día Mundial del Parkinson, el aumento de inversión de los gobiernos en su investigación. Puesto que el pasado 11 de abril fue su celebración, en Gerosol nos unimos también a dar visibilidad al impacto emocional que la imagen social de la enfermedad tiene en la persona, y promover un cambio en la percepción y estereotipos sobre el Parkinson
Por todo ello, podemos concluir diciendo que cuando la persona padece una enfermedad incurable, avanzada o en fase terminal, y en general, cualquiera que sufre, por la propia naturaleza del sufrimiento, reclama alguien junto a él, para que con su compañía le dedique unas palabras de consuelo y ofrezca algún remedio que le alivie. Aliviar, acompañar o consolar constituyen parte del trabajo de los profesionales sanitarios y, muy especialmente, cuando curar no es posible. Sin embargo, si cuidar a una persona que padece cualquier tipo de demencia es difícil en situaciones sanitarias de normalidad, en esta situación excepcional que estamos viviendo aún se hace incluso más difícil, sobre todo para sus cuidadores.