La negación y ruptura familiar, un duro obstáculo

Desde que nacemos necesitamos ayuda para comer, para dormir, para aprender. A medida que crecemos, nos gusta hacer cosas por nosotros mismos, sentirnos bien, válidos y capaces. Por esta razón, las personas no estamos preparados para enfrentarnos a la pérdida de la salud, y negamos la enfermedad. Esa será nuestra primera reacción de defensa ante la noticia de que padecemos tal enfermedad crónica o simplemente envejecemos.

Recordemos que la atención a personas en situación de dependencia comienza cuando es necesario prestar apoyo parcial o total a una persona en la realización de las actividades básicas de la vida diaria. Ya sea mediante la atención de un profesional, de un cuidador informal o de ambos.

La negación, una peligrosa actitud.

La negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante; y es una forma de defendernos mentalmente ante esa mala noticia. Esta negación nos originará pensamientos como que el médico recibió un informe erróneo del laboratorio o podemos negar la gravedad de la enfermedad porque no vamos a permitir que eso nos inquiete. Esta actitud puede tomar, peligrosamente, una forma de desafío. Afirmaciones como, “¡Voy a comer, a hacer ejercicio y a tomar o no mis medicamentos como me plazca!“

Resulta frecuente que los familiares de las personas mayores recurran a servicios a domicilio u otro tipo de recursos, para así asegurar el buen cuidado de sus mayores, pero no es sencillo convencerlos que necesitan ayuda y cuidados.

Cuando les proponemos a nuestros mayores que un cuidador vaya a casa para ayudarles en lo que necesiten suelen ser bastante reacios, incluso son capaces de negar que necesitan ayuda. Sin embargo, deben comprender que existen ciertas tareas que ya no pueden hacer como antes y que pueden resultar perjudiciales para su salud. Esto no es sencillo, ya que requieren de tiempo, paciencia, afecto, comunicación y mucha comprensión.

En primer lugar para convencer a nuestros mayores es hablar con ellos varias veces sobre el tema y conseguir que expresen todo lo que piensan, sienten y necesitan.

En segundo lugar plantearnos cuáles son nuestros objetivos, siempre teniendo en cuenta el estado cognitivo, emocional y funcional de la persona.

 

 

 

 

 

 

 

Todas las familias tienen su historia previa (modelos de funcionamiento, estilos de comunicación, su propias normas y reglas) que han determinado las relaciones entre los miembros a lo largo de su vida como sistema y puede verse alterado ante la aparición de enfermedades que deterioran la vida de ese sistema, por ejemplo, la aparición de enfermedades tipo alzheimer en la que suele ser habitual encontrar procesos de rechazo y negación, es fácil imaginar por qué la demencia no sólo afecta a la persona que recibe el diagnóstico sino a todo su entorno. Aparecen conflictos familiares o desacuerdos entre los miembros en relación a la contribución de cada uno en el cuidado del dependiente o por el diferente grado de implicación en el mismo, ya que pueden no compartir el mismo sentido de responsabilidad, o de necesidad ante una misma situación.

Comunicación, comprensión y entendimiento

Si se ha conseguido que el mayor exprese sus necesidades de ayuda y cuidados, deberemos pensar qué servicio es el más adecuado para asegurar su comodidad, cuidado, salud y bienestar. Es necesario ser conscientes de las necesidades y del nivel de dependencia de la persona mayor, pero, sobre todo, es esencial tener en cuenta su opinión para escoger el servicio encargado de sus cuidados.

Es muy importante que entendamos la diferencia entre “convencer” e “imponer” para asegurar una buena comunicación con el mayor y un buen proceso de aceptación de la necesidad de sus cuidados. Las personas mayores tienen el mismo derecho a decidir que cualquier otra persona. El papel de los familiares es guiarle para asegurar su salud, bienestar y calidad de vida, pero sin imposiciones en contra de su voluntad.

Gerosol Asistencia nació con un único propósito: hacer tu vida y la de tus familiares más fácil. Esta frase, tantas veces escuchada, no sirve de nada sin un equipo de trabajo que realmente luche por la tranquilidad de nuestros beneficiaros. La atención en el hogar a personas dependientes es prioritaria en nuestro día a día.

Aprender a pedir ayuda cuando se necesita es un acto de humildad y valentía. Cuando pedimos ayuda también estamos dando un voto de confianza a la otra persona, rompiendo así con los prejuicios que tenemos. Fortalecemos vínculos y nos quitamos la coraza del orgullo y la arrogancia que forman parte de la victimización, creyendo que no podemos confiar en nadie o estamos solos.