Hay tantas definiciones de libertad como personas existen en el mundo. Cada uno puede anhelar su libertad pensando en dinero, en tiempo, en viajar…pero lo paradójico es que ninguno es completamente libre cuando hablamos de emociones, ya que la libertad emocional es de las más difíciles de conquistar. En este artículo damos algunas claves para conseguir la libertad emocional y que implica tener capacidad de adaptación.
Un concepto personal, que implica un trabajo constante desde nuestro yo
¿A qué nos referimos en concreto cuando hablamos de libertad emocional? ¿Significa quizá que podemos decir, expresar y comportarnos en todo momento de acuerdo con nuestras propias necesidades? No exactamente. Este concepto forma parte indiscutible del crecimiento personal e implica, por encima de todo, desarrollar una adecuada competencia en materia de inteligencia emocional. Por tanto, ser libre emocionalmente significa saber gestionar nuestros sentimientos y, a la vez, saber defendernos, respetando siempre a quien tenemos enfrente.
Admitámoslo, nada es tan decisivo ahora mismo como adaptarnos a los cambios que estamos viviendo, a la incertidumbre, a la variabilidad… Estamos casi obligados a afrontar estas realidades, mientras la falta de certezas hace que veamos dichas dimensiones con inquietud. El hecho de que lo sintamos así no es casual. Al cerebro no le agradan los cambios, porque toda variación en el entorno se percibe como una amenaza. Lo cierto es que las emociones en nuestra vida son una parte importantísima, son inherentes a nosotros, nos acompañan en todo momento y nos afectan. Las reacciones emocionales ante cualquier circunstancia o situación son automáticas, aparecen sin que seamos conscientes y muchas veces son incontrolables.
A menudo, podemos decirnos aquello de que nada puede ser mejor que el borrón y cuenta nueva. Hay quien asume incluso que el adaptarse o morir pasa obligatoriamente por dejar a un lado todo lo que somos, para dar forma a una nueva versión. Ahora bien, es necesario desactivar muchas de esas ideas populares que, a la larga, tienen poco de lógico y de psicológico.
No hay que partir de cero, hay que partir desde la propia experiencia. No podemos quitarnos una piel para meternos en otra, iría en contra de nuestras esencias, aprendizajes, valores e identidades. Si nos preguntamos qué es la adaptación, una de las respuestas es detectar esas habilidades que sí nos han funcionado hasta ahora en la vida, dejar a un lado las que no sirven y aprender otras nuevas.
Algo así exige un adecuado ejercicio de introspección. Puede que una de tus virtudes sea la confianza en ti mismo, algo que debes conservar. Sin embargo, puede que te falte la trascendencia, pensar de manera más creativa, saber intuir oportunidades en medio de la tormenta. Todo ello son enfoques nuevos que vale la pena desarrollar, pero manteniendo eso sí, las esencias.
A continuación, veremos varias recomendaciones básicas a la par que útiles:
1. Trabaja tu “yo observador”
Muchas veces ocurre que nos metemos en un círculo vicioso en el que nos decimos cosas negativas a nosotros mismos porque pensamos que nuestras creencias son correctas. En realidad, muchas de nuestras creencias o valores tienen su origen en nuestra cultura.
Por ejemplo, hay que ser guapo, rico o casarse para ser feliz. Estos pensamientos, en realidad, nos convierten en personas realmente infelices. De hecho, ¿piensas que todo el mundo que tiene dinero o es guapo es feliz? Solo tienes que echar un vistazo a tu alrededor para comprobar que este tipo de afirmaciones son falsas.
Por eso, es importante trabajar la autobservación y desprenderse del yo conceptualizado. En otras palabras, del apego hacia nuestras propias narraciones y nuestros propios pensamientos. Verlo desde otra perspectiva, sin juzgarnos, y darnos cuenta de que nuestros pensamientos y cogniciones son trozos de lenguaje, palabras, imágenes, etc., es el primer paso para lograr la liberación emocional.
2. Vive el presente
De nada sirve estar pensando en el futuro para lograr la liberación emocional. El yo observador nos puede hacer conscientes de lo que nos ocurre alrededor, pero hay que estar presente en cuerpo y alma en el aquí y el ahora.
3. Adopta una mentalidad no enjuiciadora
El presente nos lleva a un lugar que, a veces, vamos a querer evitar. Pero lo querremos evitar si nos valoramos negativamente. Para evitar esto, es necesario adoptar una mentalidad no enjuiciadora.
Por ejemplo, puedo pensar que sentir ansiedad es malo, cuando en realidad es algo normal, es algo que podemos sentir todas las personas. La mentalidad no enjuiciadora no emite juicios de valor, no critica, simplemente observa y deja pasar.
4. Acéptate
La clave está en la aceptación, aceptarnos como somos y aceptar lo que ocurre a nuestro alrededor. Aceptar que lo que muchas veces nos decimos a nosotros mismos, que no siempre es positivo, es parte de la vida, es normal. Aceptar que no siempre vamos a tener momentos buenos y memorables. Tenemos que aprender a tratarnos a nosotros mismos con afecto y compasión, que no siempre es fácil.
Por todo ello, en Gerosol y su Equipo de auxiliares domiciliarios trabajan día a día con nuestros beneficiarios para que sean esa herramienta y trampolín que les impulsen a dar lo mejor de sí mismo/a. Además, trabajamos por y para su bienestar emocional.
Para concluir, ser emocionalmente más libres es una tarea que en realidad nunca se termina. Es un quehacer cotidiano, es un tendón psíquico que cuidar y que ejercitar en cada reto, que aplicar en cada adversidad y en cada sueño. Es un acto de confianza en uno mismo donde entender que la felicidad se trabaja, que el bienestar se cultiva con cariño y amor propio.