Es sabido por todos que la escasa concienciación de los humanos en materia de preservar el planeta es responsable de un cambio climático. La contaminación ambiental es uno de los factores que más daño produce en la salud de las personas que viven en las grandes ciudades. Entre las principales consecuencias nocivas de la contaminación se encuentra el aumento que se ha producido en la última década de alergias y enfermedades de vías respiratorias, incluso en la gente que no está predispuesta. Pero, ¿realmente existe alguna relación entre la contaminación en las ciudades y la incidencia de alergias?
Nuestro cuerpo tiene algunas formas de manifestarse ante los contaminantes ambientales. Una de ellas es el rechazo a estos contaminantes por medio de estornudos. En segundo lugar, el cuerpo se manifiesta a través de agotamiento físico, y finalmente a través de la presencia de síntomas de enfermedades específicas como las alergias, problemas respiratorios o enfermedades cutáneas.
Entre los síntomas más frecuentes destaca los estornudos repetidos, picor de nariz y de ojos, enrojecimiento y lagrimeo de ojos y congestión nasal, principalmente. En muchos casos se acompaña o puede evolucionar a síntomas bronquiales con dificultad para respirar, sensación de opresión torácica y tos seca sobre todo por la noche. Estos síntomas son más frecuentes e intensos durante los días soleados y empeoran cuando hay viento.
Alérgenos cada vez más agresivos
Los altos niveles de contaminación urbana impulsan el fenómeno de inversión térmica que impide a los pólenes abandonar la atmósfera sobre las ciudades y, así, aumentan el tiempo de su exposición sobre las zonas urbanas. Esto explicaría por qué en las zonas rurales hay un menor número de alérgicos a pesar de que haya mayor cantidad de plantas que en las ciudades.
El diésel ha contribuido al incremento de pacientes alérgicos a diversos pólenes. Mientras que los pólenes en el campo están limpios, en las ciudades están recubiertos de partículas polucionantes, lo que produce que sean capaces de sensibilizar a un mayor número de pacientes e inducir una respuesta alérgica mucho mayor. Además, en el caso de los pacientes con asma y alergia, la contaminación puede tener un efecto directo en las vías respiratorias. Contaminantes como los óxidos de nitrógeno, el dióxido de azufre, el monóxido de carbono y el ozono favorecen la aparición de síntomas y exacerbaciones en niños con asma.
Además, las partículas eliminadas en la combustión de los motores diésel y por las calefacciones en las ciudades crean un ambiente hostil a las plantas, que para defenderse producen proteínas de estrés que hacen más agresivos a los pólenes, ocasionado una mayor capacidad para producir alergia.
Disminución en las emisiones contaminantes de vehículos
Con el aumento significativo del parque automovilístico de las ciudades muy pobladas como Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao, se da un fenómeno nada alentador para los aquejados de alergias respiratorias. Hay que tener en cuenta que alrededor del 60% de los vehículos que circulan en una gran ciudad funcionan con diésel, mientras que hace veinte años era un 25%.
En los últimos meses, muchos ayuntamientos han impuesto restricciones de tráfico por la alta contaminación. Los diferentes gobiernos han planteado distintos planes y programas para mejorar la calidad del aire, como el protocolo de contaminación de Madrid, que ha llevado incluso a la prohibición total de circulación de parte de los vehículos en el centro de la ciudad.
El prolongado uso de combustibles fósiles ha hecho que las reservas de este hayan menguado de manera considerable. Además de que han ido creando una huella ecológica que a día de hoy no podemos seguir ignorando. Por ello, la aparición de los coches eléctricos supuso un gran alivio.
Este tipo de vehículo no funciona únicamente con una fuente de energía. Al contrario de lo que ocurre con el coche tradicional, al cual sólo podemos alimentar con el tipo de combustible elegido por el fabricante, a un coche eléctrico podemos recargarle a través de diferentes vías. Por ejemplo, a través del sol mediante energía fotovoltaica, pero también gracias al aire que se transforma en energía eólica
Este problema podría evitarse de forma sencilla si se produjese un cambio hacia el coche eléctrico. Por ejemplo, un estudio del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) ha comprobado que si sustituyésemos tan sólo 2.000 coches tradicionales por coches eléctricos dejaríamos de emitir 4.471 toneladas de CO2 cada año.
El aire limpio es un beneficio muy importante para la salud y, por tanto, deberíamos trabajar desde muchos puntos de vista para conseguir esta calidad del aire.
Fuente de información
https://noticias.eltiempo.es/contaminacion-y-alergias/