Acoso escolar, una lacra sin limites

La escuela debería ser siempre un espacio en el que sentirse seguro. Sin embargo, para muchos niños, la escuela se ha convertido en la fuente de un tipo de violencia del que son víctimas y que ejercen sus propios compañeros, se trata del acoso escolar o bullying. El colectivo de personas con discapacidad, también se ve afectado. Pero, ¿qué podemos hacer para ayudar a poner fin al acoso en las aulas?

La persona que ejerce el bullying lo hace para imponer su poder sobre el otro, a través de constantes amenazas, insultos, agresiones o vejaciones, y así tenerlo bajo su completo dominio a lo largo de meses e incluso años. La víctima sufre en silencio en la mayoría de los casos. El maltrato intimidatorio le hace sentir dolor, angustia y miedo, hasta tal punto que, en algunos casos, puede llevarle a consecuencias devastadoras como el suicidio. Este es un problema global que afecta a todos los países, y que se suele dar principalmente entre los 12 y los 16 años.

Un problema que crece con las tecnologías

Esta situación se está agravando y generalizando en los últimos años debido también al mayor acceso a la tecnología por parte de los menores, ya sea en el uso de Internet, o de dispositivos como los teléfonos inteligentes, lo que está propiciando una nueva modalidad de acoso, denominada ciberbullying o ciberacoso, donde existe un mayor sentimiento de impunidad por parte del agresor.

Los niños muchas veces se enfrentan al abuso de sus compañeros y sufren un trato vejatorio por tener una característica que les hace peculiar como puede ser llevar gafas, ser de otra raza, ser tímido o padecer Trastorno del Espectro del Autismo (TEA). En ocasiones, simplemente son objeto de burlas sin razón aparente.

Cabe recordar que el TEA se caracteriza por hacer referencia a un conjunto amplio de condiciones que afectan al neurodesarrollo y al funcionamiento cerebral, dando lugar, a las personas que lo padecen, a tener dificultades en la comunicación e interacción con los demás, así como en la flexibilidad del pensamiento y de la conducta. Por ello, los niños con autismo son más vulnerables que otros menores.

Hace unos meses, los medios de comunicación informaban sobre el caso de un niño de ocho años con TEA que presuntamente padeció maltrato por parte de tres de sus cuidadoras en un centro de educación especial de Getafe. Así pues, estos menores, muchas veces, no se enfrentan solo al bullying por parte de sus iguales, sino también por parte de sus cuidadores, un dato preocupante.

Las tres personas están siendo investigadas, después de que los padres colocaran un dispositivo de grabación entre la ropa del niño al detectar que había cambiado su forma de actuar, y pudieran registrar momentos de su rutina escolar, en los que las docentes le amenazaban con tirarle agua por encima, pincharle en el culo o se burlaban de su forma de hablar, según se oye en el audio. Ante estos hechos, los padres decidieron denunciar.

Aunque en la actualidad el menor ya se encuentra instalado en otro centro, los padres aseguran que la adaptación no ha sido fácil y que después del episodio que vivió le cuesta separarse de ellos. A pesar de que ha pasado el periodo de adaptación, el pequeño aún necesita tomar medicación.

Docentes y responsables como primer control

Las situaciones de acoso escolar o maltrato acarrean consecuencias muy perjudiciales para los menores, tanto para su desarrollo cognitivo como socioemocional. En el caso de los niños con TEA, las consecuencias que padecen son similares, pero los efectos son más graves y más duraderos, traduciéndose en problemas de aprendizaje (por el miedo a ir al centro educativo), dificultades sociales (disminuyen las relaciones sociales) o malestar emocional (aumenta el riesgo de sufrir problemas de salud).

Una de las medidas para prevenir este problema puede ser capacitar a los docentes en cuanto al tema del acoso: De esta manera sabrán diferenciar entre bromas sanas y dañinas, sin limitar la interacción de los estudiantes con discapacidad dentro del aula, sino más bien ayudándolo a integrarse con sus compañeros. También ayuda contar con profesionales del área psicológica y psicopedagógica, a fin de brindar una atención multidisciplinaria en caso de que sea necesaria. Además, al trabajar en conjunto con especialistas, el docente puede tomar orientaciones para abordar el bullying en el aula.

La protección de las personas con diversidad funcional tiene importantes lagunas en los ámbitos, sociales, educativos, culturales, laborales; siendo en algunos de ellos especialmente alarmante la carencia de protocolos de actuación y la necesaria formación de los profesionales. Existen, además, sectores en los que el grado de victimización ha aumentado y, en consecuencia, se han relajado las medidas de control de los comportamientos agresivos siendo la respuesta institucional insuficiente. Por tanto, la mejor y mayor solución ante el acoso escolar reside en crear conciencia entre los escolares, haciendo que cambien su forma de pensar, evitando que crean en mitos acerca de la discapacidad, en este caso el TEA, pero, ante todo, haciéndoles ver que tienen una manera distinta de funcionar y son personas que sienten, al igual que ellos.

 

Fuente de información

http://www.huelvainformacion.es/huelva/acoso-escolar-discapacidad-orientacion-sexual_0_1241876130.html