Cuando se piensa en una persona con discapacidad, inmediatamente viene a la mente una persona en silla de ruedas. Pero no todas las limitaciones son físicas, sino que también existen las sensoriales, psicosociales y cognitivas o intelectuales.
Las capacidades cognitivas son aquellas que permiten a las personas conocer y entender lo que les rodea a través del procesamiento de la información que reciben, y que se gestionan a través de la atención, la percepción, la memoria, la resolución de problemas, la comprensión, la toma de decisiones, el aprendizaje y el procesamiento del lenguaje.
Por ello, cuando personas con alguna dificultad en estas capacidades se enfrentan a un entorno desconocido o cambiante, donde la información no es clara, ven limitada su participación en la sociedad.
Adaptación e interpretación del entorno
Orientarse en la vía pública para encontrar una dirección, ir a hacer un trámite al ayuntamiento, encontrar los servicios o la cafetería en un museo, o el destino buscado en el transporte público, puede resultar hoy una odisea para las más de 300.000 personas que viven en España con discapacidad intelectual y que se encuentran con un entorno sin señalizaciones que les permitan desarrollar una vida diaria de manera autónoma.
La accesibilidad cognitiva es la característica que tienen los entornos, los procesos, productos, servicios, objetos y textos, entre otros, que permiten su fácil comprensión por parte de toda la ciudadanía. Gracias a la accesibilidad cognitiva, las personas comprenden todo lo que pueda parecerles complicado o difícil de entender.
La discapacidad se expresa cuando una persona encuentra limitaciones significativas al interactuar con el entorno. Por tanto, depende tanto de la propia persona como de las barreras u obstáculos que encuentra. Según el entorno sea más o menos facilitador, la discapacidad se expresará de manera diferente, manifestándose en mayor o menor grado. Podemos afirmar, por tanto, que hay entornos más incapacitantes y entornos más facilitadores.
El problema radica en que la diversidad humana no está, por lo general, tenida en cuenta en el diseño. Es el diseño el que no logra comunicarse con las personas. La arquitectura, tanto la menor como la de gran importancia, crea espacios tan complejos o tan iguales que no siempre es posible reconocer desde un origen (el acceso) cómo llegar a un destino y utilizar adecuadamente las distintas zonas funcionales del edificio.
Aunar la creatividad con la accesibilidad
Consciente de esta situación, la Fundación Vía Célere y Afanias han firmado un convenio para, junto a la arquitecta Berta Brusilovsky (Asociación para la Comprensión Fácil de Entornos y Edificios), el Centro de Estudios Superiores La Salle y otros agentes del sector de la construcción, contribuir a la inclusión social de personas con discapacidades intelectuales o del desarrollo e incidir en la calidad de vida de todas las personas a través del fomento del diseño comprensible y accesible del hábitat.
Espacio fácil es un proyecto pionero en el campo de la accesibilidad inclusiva y nace con el objetivo de investigar, evaluar, diseñar y adaptar espacios para transformarlos en espacios fáciles que permitan que cualquier persona pueda orientarse dentro de ellos. A la hora de diseñar espacios, hacerlo a través del diseño accesible inclusivo permite crear un sistema de apoyos, similar al utilizado con las personas con Discapacidad Intelectual, que ajuste el entorno, los edificios y servicios a las personas.
Esta iniciativa abre un camino muy poco explorado en España y consolida un modelo de diseño y una metodología participativa que, entre otras cosas, tiene como resultado que personas con discapacidad intelectual se conviertan en agentes de cambio para una sociedad más accesible, generando así oportunidades de trabajo para ellos y revirtiendo el ciclo asistencial donde tradicionalmente este colectivo es mero sujeto pasivo.
La accesibilidad cognitiva pensada inicialmente para la adaptación de los espacios a las personas con discapacidad intelectual, ofrece sin embargo una excelente oportunidad para mejorar la accesibilidad y orientación que permita que cualquier persona acceda de una forma clara, rápida y directa al sitio buscado.
Cuando un espacio arquitectónico se comunica, es decir, refleja su función a través de formas claras con una estética comprensible, ese espacio es accesible. Por tanto, lo importante es que cada espacio con sus formas, sus dimensiones, sus materiales, sea lo que realmente son: si vas a acceder a un edificio, que la puerta se reconozca, no quede oculta en un mar de cristales; que el interior reciba, oriente y direccione; y que todos los elementos de comunicación se diseñen para ser utilizados, no para perderse como si fuera un laberinto para jugar.
También las señales deben aparecer cuando el espacio no sea capaz de orientar por sí mismo. Si llegas a un punto y te encuentras con un centro del que parten varios caminos, si cada camino está pintado de un color, sabes que para llegar a la sala verde tienes que coger el camino verde. El diseño son formas, colores, pictogramas, iluminación y por supuesto también señales, cuando sean necesarias.
La accesibilidad cognitiva es importante porque es la puerta de entrada para la participación y la inclusión social, ya que las barreras que encontramos en el entorno no están solo en los espacios físicos sino especialmente en la información y en las actitudes de otras personas. Además, según Berta Brusilovsky Filer, “llevar a cabo diseños accesibles es, además de creativo, un reto para los profesionales de la arquitectura”