Sexualidad en la tercera edad: que no desaparezca

La sexualidad es un tema que ha despertado el interés del hombre, desde los tiempos primitivos hasta nuestros días. Al hablar de sexualidad nos referimos a una dimensión de la personalidad y no exclusivamente a la actitud del individuo para generar una respuesta erótica. Por lo tanto no nos limitamos sólo a la necesidad fisiológica, sino que hay que extenderlo a la capacidad de hombres y mujeres para comunicarse y expresarse, obteniendo y dando placer a través del sexo.

La forma de vivir o percibir el envejecimiento depende de las culturas, del entorno y de la persona misma. Frecuentemente suceden acontecimientos como la pérdida de la pareja, una disminución en el apoyo social o la aparición de enfermedades, todo lo cual tendrá una influencia sobre la sexualidad. Gran parte del bienestar del ser humano radica en su capacidad de adaptarse a los cambios, como los que se producen con el envejecimiento. Vivimos en una sociedad que ignora o incluso reprueba la faceta sexual de los mayores. Muchas personas de la tercera edad aceptan esa norma no escrita del rechazo del amor y el sexo, escondiendo sus sentimientos sexuales y sus deseos a medida que envejecen. La longevidad se entiende como la franja de edad que se inicia a partir de los 60 años. En España, un quinto de la población se encuentra enmarcado dentro de esta franja.

Conocer los cambios propios del envejecimiento

Pues bien, la sexualidad en la edad avanzada es la continuación de una sexualidad saludable a lo largo de la vida. Durante toda nuestra vida, las personas buscamos relaciones, amor y compañía. Con frecuencia se minimiza o ignora la sexualidad en la edad avanzada. A pesar de este hecho, es un aspecto importante para muchas personas adultas consideradas mayores.

A medida que se envejece, el cuerpo experimenta cambios importantes a nivel físico y fisiológico por factores hormonales. Menopausia en las mujeres y andropausia en los hombres, para ser más exactos. La vagina en la mujer se acorta y se estrecha, las paredes se tornan más delgadas y un poco más rígidas y la mayoría presenta menos lubricación vaginal. Por su lado, los hombres pueden demorarse más en lograr una erección, que puede no ser tan firme como antes, y la cantidad de la eyaculación puede disminuir. Con el paso del tiempo la mayoría de las personas descubren que necesitan más tiempo para sentirse sexualmente excitados. Eso es parte normal del proceso del envejecimiento. Sin embargo, estos cambios no significan que no puedan seguir disfrutando del sexo. Muchas veces la falta de actividad sexual se debe más a prejuicios, mitos y desinformación que a problemas físicos realmente incapacitantes. De hecho, algunas mujeres disfrutan más del sexo a medida que se hacen mayores porque ya no sienten temor de un embarazo no deseado.

Imagen 1

Combatir los estereotipos de belleza establecidos

El rechazo de la sexualidad geriátrica parece formar parte de un estereotipo cultural muy difundido y que pretende que las personas de edad son consideradas feas, débiles, desgraciadas e impotentes. A ello contribuyen en gran medida los medios de comunicación de masas, especialmente el cine y la publicidad que presentan exclusivamente como objeto de deseo a personas jóvenes, bellas y perfectas.

Con estos valores nos socializamos por lo que ya desde la infancia consideramos que los mayores son personas sin atractivo y sin la capacidad física y energía necesarias para llevar a cabo actividades sexuales. Sin embargo, mantener vigente la sexualidad es posible y sano, e implica afecto, compañía, ganas de vivir, contacto físico, buenas relaciones con los demás y autoafirmación. Negarse, a partir de una determinada edad, a la riqueza sensitiva y emocional de las relaciones sexuales, es aceptar un prejuicio social que ensalza la juventud y que niega a los mayores la posibilidad de goce.

Fuentes de información

https://es.familydoctor.org/la-sexualidad-en-adultos-mayores/

http://www.efesalud.com/el-sexo-en-la-tercera-edad-existe/