La cárcel, último hogar de la tercera edad japonesa

Asomarse al mundo de la pobreza nos hace conectar ineludiblemente con el de la marginación, entendida como forma de exclusión social, soledad, discriminación y otros muchos modos de aislamiento, como el que se desprende de la vergüenza que se siente ante el pobre, quien no suele estar presentable, suele padecer enfermedades, va mal vestido, sucio, huele mal y su presencia a nuestro lado nos incomoda, entre otras razones, porque su necesidad le arrastra, a menudo, a desestabilizar e incumplir el orden establecido, incluso con la comisión de delitos.

Japón, ¿jubilación dorada?

En Japón, la población está envejeciendo a pasos agigantados. Tanto que casi no hay recursos para atenderlos. Ante el desamparo en el que viven, algunos ancianos toman decisiones desesperadas… como ir a la cárcel. La soledad y la falta de recursos económicos son las principales razones que empujan a delinquir a este colectivo, cada vez mayor en la sociedad japonesa.

Este  grupo de delincuentes tienen alrededor de 60 años. Son arrestados por robar en tiendas y por reincidir hasta seis veces en el mismo delito. Esto ocurre en un estado donde el hurto de un sándwich de 200 yenes (1,4 €), puede generar una sentencia de prisión de hasta dos años. De esta forma, los ancianos han encontrado en estos delitos una vía por la que tener un hogar y asistencia social gratis.

Las bajas pensiones públicas, la contraprestación mensual media es de 78.000 yenes (609 euros), impiden a estos ancianos adquirir los servicios y productos básicos para sobrevivir.

Como dato significativo, por primera vez en la historia, las ventas de pañales para adultos han superado a las de pañales para bebés.

El envejecimiento de la población del país y las escasas pensiones no lo explican todo. Atribuyen este fenómeno a los cambios registrados en la sociedad nipona, mucho más individualista y dura que antes. Se ha roto la tradición ancestral nipona de reunir bajo un mismo techo a tres generaciones de una misma familia, una situación que garantizaba a las personas mayores que en la etapa final de su vida estarían bajo el cuidado de sus familiares más próximos. Este panorama ha dejado prácticamente de existir.

En los tiempos actuales, los más jóvenes abandonan el hogar familiar antes y a menudo se trasladan a otra ciudad en busca de un trabajo. Una coyuntura que provoca que las personas de la tercera edad se encuentren solas, desorientadas, aisladas de la sociedad que las rodea.

La cárcel vista como un hogar.

Los presos en Japón tienen prohibido hablar en el trabajo, solo pueden caminar en fila india, y si tienen la rara oportunidad de asistir a un espectáculo artístico deben sentarse erguidos con las manos sobre su regazo y, por lo general, no pueden aplaudir.

Restricciones que, sin embargo, pasan a un segundo plano para muchos ancianos que encuentran una seguridad y un bienestar en la cárcel. Además, en el plano afectivo, en la prisión los ancianos son prisioneros mimados, mientras que la sociedad exterior es muy dura con ellos.

Por consiguiente, ante el aumento de la población carcelaria de la tercera edad, las autoridades japonesas han decidido adecuar sus instalaciones penitenciarias. Así, por ejemplo, una planta entera de la prisión de Onomichi, cerca de Hiroshima, ha sido adaptada a las necesidades de estos reclusos.

Es difícil de asimilar que en los tiempos que corren, la gente de avanzada edad después de trabajar toda su vida y sacar el hogar y una familia adelante, tengan que recurrir a la comisión de delitos para poder tener un plato de comida y asistencia médica, bien sea porque con su pensión no les llegue o por el hecho de que no tengan a nadie que les cuide.

A nuestra sociedad se le debe poder exigir una mayor lucha y respeto para que nuestros mayores, sean de donde sean, tuvieran una buena vida después de haber luchado tanto para que nosotros, los más jóvenes, pudiéramos disfrutar de los derechos y libertades que ellos nos consiguieron.

Fuente de información

https://m.magnet.xataka.com/en-diez-minutos/los-ancianos-en-japon-que-buscan-ir-a-prision-para-no-quedarse-solos-y-pobres