La alimentación es un proceso fundamental en la vida de todos nosotros, puesto que nos garantiza los aportes nutricionales necesarios para sobrevivir. Pero la alimentación no es solo el acto de comer, es mucho más que alimentarse, es un placer sensorial que proporciona momentos de comunicación, de transferencia de afecto, fortalecimiento de vínculos, e integración en grupos sociales. En nuestra cultura, nuestra vida social se desarrolla en torno a la comida, e incluso aprendemos hábitos y rutinas alrededor de la misma.
La alimentación comienza por la deglución
Algo que parece tan sencillo como tragar es en realidad una acción muy compleja en la que participan numerosos músculos y nervios, y pensamos que no tienen importancia hasta que tenemos problemas de deglución o digestión, entre otros. En particular, la dificultad para deglutir o tragar alimentos, sólidos o líquidos de manera correcta se conoce como disfagia.
La disfagia no es una enfermedad sino un síntoma, el indicio de un trastorno que puede ser de origen neurológico, como daño cerebral adquirido, enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer o Párkinson) o parálisis cerebral infantil, o derivado también de complicaciones estructurales, causadas por ejemplo por envejecimiento natural.
El objetivo de una correcta deglución es evitar el paso del alimento a las vías respiratorias y contribuir por tanto a que la persona esté bien nutrida e hidratada. Para ello, es primordial adaptar la textura y consistencia de la dieta a cada situación. En este sentido, habrá que tener en cuenta el tipo de disfagia que presenta la persona. Podemos diferenciar entre dos tipos de dieta en función de la textura:
Dieta de fácil masticación
Elegiremos alimentos blandos, de textura suave y uniformes. Como ejemplo encontramos:
- Lácteos: leche con espesante o yogur, flan y natillas. Evitaremos el arroz con leche, el queso fresco y quesos muy curados que se cuarteen.
- Carnes, pescados y huevos: elegiremos las carnes blandas tipo muslo de pollo, albóndigas de ternera, hamburguesa, pescados sin espina y sin piel, tortilla francesa o de patata. Se cocinarán con salsas espesas para facilitar la masticación y la deglución.
- Frutas y verduras cocinadas incluso trituradas si se desea.
- Legumbres, patatas, pasta y arroz: en el caso de la legumbre mejor tomarla triturada y pasada por el pasapurés para evitar pequeños trozos de piel. La pasta se puede cocinar con verduras o salsa de tomate espeso y el arroz se puede tomar junto con la verdura o con la legumbre en puré para aportar hidratos de carbono. La patata se puede tomar cocida o como otro ingrediente en los purés.
Dieta triturada
Elegiremos esta opción cuando no haya posibilidad de tomar la dieta de fácil masticación. Los platos se prepararán triturados, de la manera más homogénea posible y espesados si hace falta una consistencia tipo pudding. Para ello elegiremos los alimentos mencionados en la dieta de fácil masticación y los trituraremos y espesaremos hasta conseguir una textura adecuada.
Existen en el mercado gelatinas para elaborar en casa que se pueden añadir a todo tipo de líquidos (agua, leche, zumo…) y que resultan muy importantes para mantener una hidratación adecuada. También con este objetivo encontraremos aguas gelificadas comerciales con o sin azúcar. Podemos utilizar además espesantes comerciales para dar la consistencia necesaria a los líquidos.
Resulta importante destacar algunos alimentos que tienen un riesgo elevado para quienes sufren disfagia:
- Los que mezclan distintas consistencias: arroz con leche, sopa con fideos, yogur con muesli, fruta en almíbar con su caldo…
- Los que contengan líquido al morderlos: naranja, mandarina, uva…
- Alimentos con espinas, pepitas, pellejos o grumos, como puré poco pasado, sandía, aceituna, fruta con piel…
- Alimentos secos que se desmiguen. Por ejemplo, galletas, queso curado, biscotes, patatas chips.
- Alimentos que se pueden quedar pegados al paladar como el plátano o las bases de algunos pasteles.
- Alimentos fibrosos como la piña, naranja, espárragos o borraja.
Como hemos visto, las alteraciones de la deglución pueden surgir por diversos motivos, pero en la mayoría de las patologías que la acompañan la persona está consciente y con ganas de participar de su vida familiar, empresarial o de ocio, y el hecho de poder contar con ideas asequibles para tener buenas y equilibradas ingestas es la mejor colaboración.
En Gerosol, tratamos que el momento de comer para todas las personas que atendemos con estas dificultades sea un placer para el paladar.