Las nuevas tecnologías ya no son tan nuevas y las dos décadas en las que gran parte del día a día de la sociedad se pasa delante de una pantalla no han sido baladí. Se han modificado rutinas y procesos con efectos muy positivos. Sin embargo, la salud de las personas no tolera los excesos, tampoco los tecnológicos. Por este motivo, cada vez son más frecuentes las llamadas tecnopatías o enfermedades tecnológicas.
Presta atención a los síntomas que te planteamos y date cuenta si es que te ves representado en alguna de estas descripciones. No tenemos duda, te vas a sorprender.
Nuestros sentidos se ven directamente afectados
Uno de los órganos de nuestro cuerpo que más sufre debido a este uso excesivo de las nuevas tecnologías es el ojo. Hay que reducir la intensidad de la luz con pantallas protectoras. El mecanismo de enfoque se puede ver resentido por una excesiva exposición a las pantallas.
La tendinitis es otra consecuencia provocada por el abuso de posturas poco naturales al usar el teclado, ratón, teléfono móvil…
También la pérdida de audición. Se da sobre todo en aquellas personas que escuchan, de forma habitual, música con auriculares a un volumen demasiado elevado, ya que el tímpano debilitado debe realizar un esfuerzo extra para recibir las ondas.
Además, abusar de la tecnología puede causar daños irreversibles en el sistema nervioso central, ya que los campos electromagnéticos emitidas provocan enfermedades relacionadas como vértigo, fatiga, trastornos del sueño, pérdida de memoria y desarrollo de tumores cerebrales.
También nos vemos afectados psicológicamente
Los perfiles de Facebook acostumbran a mostrar los mejores momentos de las personas. Al consultar estos perfiles y contemplar tanta alegría ajena, es posible que otros individuos que no atraviesan su mejor momento se sientan peor y sufran un vacío interior. En los casos más extremos, algunas personas pueden llegar a sufrir una depresión si comparan su vida con la de los demás. En otros casos, algunas personas sienten la necesidad de consultar los perfiles de otros para reducir su sentimiento de tristeza.
El miedo a no tener móvil se denomina nomofobia. Puede ser por haberlo dejado en casa, por no tener batería o por no encontrarlo y pensar que lo has perdido. La consecuencia es siempre la misma: ansiedad por parte del usuario.
El síndrome de la llamada fantasma probablemente te haya ocurrido. Sientes una vibración en el bolsillo y crees que alguien te está llamando. Pero no, no hay llamada perdida ni mensaje. A veces… ¡no hay ni siquiera teléfono! El 70% de los usuarios de móviles aseguran que han tenido alguna vez esa sensación. Según los expertos, se debe a un mecanismo de respuesta de nuestro cerebro.
Cibercondria, otro trastorno muy común. Los que lo sufren se convencen de que padecen alguna o varias enfermedades de cuya existencia se han enterado en Internet. El problema es que uno puede empezar a encontrarse realmente mal a causa del efecto nocebo, lo contrario al efecto placebo.
Efecto Google. Es cuando nuestro cerebro se niega a recordar información como consecuencia de la posibilidad de acceder a ella en cualquier momento. ¿Para qué aprender algo de memoria si los buscadores nos permitirán encontrar cualquier dato cuando lo necesitemos? El problema es que esta enfermedad pueden padecerla no solamente los que no tienen ganas de memorizar, sino todos los usuarios de Internet.
Estas son solo algunas de las enfermedades derivadas de las nuevas tecnologías. Sin embargo, aunque en el caso más extremo algunos podrían decir «basta de las TIC”, lo más sensato es que los individuos se moderen con los usos que les proporcionan a sus aparatos móviles. Indiscutiblemente vivimos en una sociedad hiperconectada a través de la autopista de la información; que, si bien ha transformado los paradigmas sociales frente a los comportamientos y acciones del ser humano, también ha producido innumerables alertas como: ¿nos dominan las tecnologías de la información?, o ¿dominamos a las tecnologías de la información?