Si revisamos el botiquín en un hogar de una persona mayor, probablemente encontraremos medicamentos que ni recordaban que tenían o para qué sirven, y muchos estarán caducados. ¿Qué se suele hacer en esta situación? Lo más cómodo es tirarlos a la basura y olvidarnos, pero igual que tenemos en cuanta el cuidado de la salud debemos tener en cuenta el cuidado de la naturaleza.
Punto SIGRE, el destino de los medicamentos que ya no se usan
No reciclar los medicamentos produce un perjuicio irreparable nuestro en entorno medioambiental, contamina nuestros ríos, mares y altera los ecosistemas. Por ejemplo, se ha demostrado que los antibióticos son particularmente dañinos por su capacidad de crear bacterias resistentes y se han detectado deterioros hepáticos y renales por su causa en peces.
Por tanto, el reciclaje de medicamentos es una medida muy beneficiosa para nuestro medio ambiente que mucha gente todavía desconoce. Para ello, la mayoría de farmacias en nuestro país ofrecen el llamado punto SIGRE, un servicio de reciclaje de medicamentos que consiste en un contenedor que permite que depositemos en él todos los medicamentos que se nos han acumulado o que han caducado.
Debe ir al punto SIGRE cualquier medicamento, independientemente de su presentación (pastillas, jarabes, pomadas, grageas…), así como los envases vacíos, porque al haber estado en contacto con el medicamento, pueden contener partículas adheridas.
En cambio, hay otros tipos de materiales sanitarios que no se deben reciclar con los medicamentos, como son los termómetros, las radiografías, las agujas, las gasas u objetos cortantes. Éstos se deben depositar en los “Puntos Limpios” de reciclaje. Es aconsejable por tanto revisar el botiquín de casa al menos dos veces al año.
No olvidarse del reciclaje de los envases tradicionales
Ampliando un poco más el tema que nos ocupa, para un consumidor doméstico medio, reciclar significa separar los residuos, tirar cada uno de ellos al cubo correspondiente y distribuir las bolsas en el contenedor adecuado: amarillo para envases y latas, azul para papel y cartón e iglú verde para el vidrio. Sin embargo, el viaje que los desechos emprenden desde que salen de los hogares hasta que, una vez reciclados y transformados, regresan a la cadena de consumo resulta mucho más largo.
Además, la máxima ecológica de las tres erres persigue generar una conciencia sobre el consumo responsable y el tratamiento de la basura que se basa en tres actividades: reducir, reutilizar, reciclar.
¿Sabías que con 6 briks puede hacerse una caja de zapatos, 40 botellas de plástico pueden convertirse en un forro polar o que 80 latas de bebidas pueden transformarse en una llanta de bicicleta? ¡Y estos son solo algunos ejemplos!
Reutilizar los envases también puede ser una solución para incrementar la sostenibilidad, y se puede conseguir a través de manualidades. Por ejemplo, convertir una maleta en una cama para mascotas, zapatos viejos en nuevas macetas, o cápsulas de café en originales broches y colgantes. Además, las manualidades permiten desarrollar la creatividad, reducir el estrés y sirve como terapia ocupacional para niños, personas con discapacidad o personas mayores, pues ayuda a reforzar la concentración y mejorar las relaciones interpersonales.
Necesitamos a la naturaleza y la naturaleza necesita que nosotros la cuidemos. Por tanto, con la concienciación de todos y el esfuerzo mano a mano de consumidores, personal sanitario e instituciones conseguiremos cuidar nuestro planeta. Porque si tú no reciclas, el ciclo se para.