¿Qué sabemos sobre la hepatitis?

Nuestro cuerpo posee un par de riñones, pulmones, ovarios o testículos. Sin embargo, tenemos un solo hígado, por lo que mantenerlo saludable es de suma importancia. Pero a veces, como puede pasar en todos nuestros órganos, el hígado puede ser atacado, ya sea por infecciones, trastornos autoinmunes, lesiones, traumatismos, presencia de sustancias tóxicas o por trastornos hereditarios. ¿Quieres conocer un poco más sobre la hepatitis?

Distintos tipos de hepatitis, un órgano afectado

Hepatitis significa inflamación del hígado. Este órgano, situado debajo del pulmón derecho y protegido por las costillas, hace las funciones de laboratorio central del cuerpo, centro depurador de muchas sustancias y fabricante de otras, como factores de la coagulación, y también es pieza fundamental en la digestión de los alimentos (fabricación de la bilis) y especialmente en su asimilación por el organismo, pues todo lo que se absorbe en el intestino, pasa primeramente por el hígado para ser allí tratado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay siete virus diferentes de la hepatitis bautizados con las siete primeras letras del abecedario A-G. Todos ellos causan enfermedad en el hígado, aunque las más descritas son las cinco primeras. De este modo, las hepatitis A y E se originan a partir del consumo de agua o alimentos contaminados por materias fecales que contengan el virus de la hepatitis A (VHA) o E (VHE), mientras que la B, C y D, se contraen mediante el contacto con fluidos corporales infectados por los virus de la hepatitis B (VHB), C (VHC) o D (VHD).

Primeros síntomas y diagnóstico

El virus tarda en incubarse aproximadamente 30 días y los síntomas más comunes son náuseas, vómito, dolor abdominal en el lado derecho, fiebre, malestar general, cambio de color en la orina (se vuelve oscura) e ictericia (color amarillo en la piel y en los ojos). En ocasiones, estos signos son poco evidentes y pueden pasar desapercibidos.

En función de la duración de la enfermedad se clasifican en agudas, si duran menos de 6 meses, y crónicas, si persisten al cabo de un semestre. Además, con el paso del tiempo, la hepatitis puede producir cirrosis o hasta cáncer.

La confirmación del diagnóstico de una hepatitis se realiza por medio del análisis de las transaminasas. Estas son unas sustancias que, cuando aumentan en la sangre por encima de ciertos niveles, indican inflamación activa del hígado, es decir, hepatitis, aunque no aclaran la causa.

Aunque la buena higiene y el estilo de vida sano son de vital importancia para prevenir esta enfermedad, la vacunación es el medio más eficaz para mantener aislados los virus que desencadenan la hepatitis.

Ahora que sabes un poco más lo que el hígado hace por ti, probablemente te preguntes qué puedes hacer tú por él. Es realmente muy sencillo: la mejor manera de cuidar de tu hígado es mantenerte saludable. Si una persona tiene sobrepeso o si bebe demasiado alcohol, el hígado puede resultar dañado. Por lo tanto, mantente activo, come bien y tu hígado te cuidará tanto como tú a él. Sigamos cuidándonos para tener un hígado sano.