Según la Asociación de Enfermos de Crohn y Colitis Ulcerosa (ACCU España), los casos de enfermedad inflamatoria intestinal han aumentado a un ritmo del 2,5% anual en la última década, afectando a alrededor de 120.000 personas en España. El curso de estas enfermedades es impredecible, con periodos de remisión y recaídas que, en muchos casos, llegan a requerir hospitalizaciones e intervenciones quirúrgicas. Antes de abordar los problemas o complicaciones que sufre el paciente ostomizado, conviene tener claro el concepto.
Una ostomía o estoma es un orificio de salida artificial que practica un cirujano en la pared abdominal por causa de diversos diagnósticos para facilitar la salida al exterior de los productos de desecho del organismo, teniendo que portar permanentemente adherida al abdomen una bolsa para la recogida de estos. En función del tramo de intestino donde se practique la estoma, podemos tener ilestomía, en el íleon (la parte final del intestino delgado) o colostomía, si se practica en el colon.
Diferentes enfermedades que requieren de esta adaptación
Las patologías que derivan en una ostomía son variadas pero muy concretas: tumores colorrectales, enfermedades inflamatorias intestinales como la Colitis Ulcerosa o la Enfermedad de Crohn, enfermedades hereditarias como la Poliposis Familiar y accidentes traumatológicos que puedan afectar a la zona rectal y urogenital son las más comunes.
En función del tipo de ostomía se utilizan diferentes dispositivos (bolsa de estoma): las bolsas cerradas son utilizadas por pacientes colostomizados, cuyo ritmo de evacuación es regular, mientas que los dispositivos abiertos están dirigidos sobre todo a personas con ilestomías, cuya la evacuación es más constante. Es una situación muy complicada y estresante que provoca angustia y, para muchos, desesperación e incapacidad de adaptarse a su nueva situación.
Los estomaterapeutas son los encargados de hablar con el paciente antes de la intervención para explicarle cómo son los dispositivos y realizar el marcaje de la zona donde el cirujano colocará la estoma para que no cause problemas por encontrarse en un pliegue cutáneo o una zona de difícil acceso para el paciente. Después, deben hacer el seguimiento de la estoma y el dispositivo, empezar a enseñar su higiene y manejo al paciente y, al alta, continuar ayudando al ostomizado.
Para el óptimo cuidado es necesario conseguir que la piel circundante de la estoma permanezca limpia, seca e intacta, sin signos de inflamación o erosión, para favorecer la colocación del dispositivo. El paciente adquirirá habilidad en el cambio del dispositivo, y sabrá detectar las complicaciones relacionadas con el manejo de su estoma.
Un proceso que requiere de un esfuerzo extra de adaptación
Las personas ostomizadas se ven forzadas a construir nuevas formas de interacción consigo mismas y con su entorno, adquiriendo habilidades nuevas y forjándose otra imagen de sí mismos. El acontecimiento más significativo se vuelve hacia la intimidad, donde cobran relevancia las percepciones y sensaciones, que se pueden direccionar adecuadamente con un cuidado consciente. Un mismo evento o suceso no significará lo mismo para todos los seres humanos en general, pero sí puede contener puntos de encuentro y significados similares para personas que cursan por circunstancias parecidas.
Al enfrentar situaciones emocionales, por la multitud de sentimientos que emergen al saber que su cuerpo ha cambiado, la sensación de sentir que su deposición es por el abdomen resulta devastadora por la percepción de pérdida, y el mismo duelo hace que la aceptación sea compleja, y en ocasiones no se logra alcanzar. Esta situación propicia el deterioro de la autoimagen y trastornos de identidad, sin embargo, a medida que se reconoce la nueva condición física y se logra controlar la función excretora a través de la estoma, las personas aceptan su nueva corporalidad y recobran antiguos estilos de vida.
Desde Gerosol, apoyamos una atención ajustada a esas nuevas necesidades. Consideramos que el cuidado integral del ostomizado exige una atención dirigida hacia todas las esferas que componen el ser humano. Cuando la atención se centra únicamente en aspectos técnicos, obviando derechos tan fundamentales como el de la información o el respeto hacia la dignidad de la persona, el cuidado pierde el componente ético y humano que debe regir las actuaciones sanitarias.
Sin duda, queda un largo camino por recorrer, a nosotros como facilitadores y a quienes lo sufren como protagonistas, pero en nuestra mano está que ese camino sea un camino llano, libre de estigmas, mitos y dificultades añadidas.