Cuidados Paliativos: humanización frente a la muerte

Todos tenemos que morir, pero nadie conoce las circunstancias en las que se encontrará cuando llegue el inevitable momento. Las enfermedades son, en gran parte, las responsables de poner fin a la vida de muchas personas, especialmente durante la vejez. Hablar de enfermedad y muerte implica una dura gestión emocional y física que requiere unos cuidados especializados importantísimos, los cuidados paliativos.

Los cuidados paliativos son una disciplina que se preocupa especialmente en hacer felices a las personas que están en los tramos finales de la vida, eso incluye que estén libres de síntomas. Por hacer una analogía, a una película no le podemos quitar el último cuarto de hora. Los paliativos se encargan de rescatar este tramo final que, en muchos casos, es el más importante en la vida de una persona.

Más allá de la enfermedad

Cuando el médico anuncia el pronóstico de que ya no hay nada más que hacer por la vida de una persona, es cuando entran en juego este tipo de cuidados. Sea cual sea la edad o la condición, médicos, enfermeros, auxiliares, psicólogos y trabajadores sociales, son los encargados de proporcionar el apoyo necesario para el sujeto, sin olvidar el papel de la familia, que será también muy necesario para el enfermo.

 

 

 

En la unidad de cuidados paliativos se atiende al paciente y a su familia, y lo importante es conseguir que el enfermo esté en las mejores condiciones el mayor tiempo posible evitando así el sufrimiento de quienes están involucrados. Se le otorga atención integral, individualizada y mantenida, haciendo uso de tratamientos analgésicos.

El equipo médico debe comunicar al paciente y su familia que es un proceso que no lo enfrentarán solos, sino que estarán acompañados y supervisados las 24 horas del día.

Para que exista una adecuada coordinación entre niveles asistenciales, es importante que todos sumen en formación y experiencias para contribuir al bienestar del enfermo y su familia, aliviando su sufrimiento y mejorando la calidad de vida en la medida que se pueda. La formación en cuidados paliativos, al menos en un nivel básico, de todos los profesionales implicados en la atención es una de las piezas claves. Establecer protocolos de derivación y definir criterios de complejidad serían parte de las herramientas necesarias para establecer una adecuada coordinación entre niveles asistenciales. Para ello, una buena comunicación es la base principal de todo.

Comunicación y afecto

La comunicación eficaz es considerada un instrumento fundamental para el cuidado integral y humanizado porque, por medio de ella, es posible reconocer y acoger, empáticamente, las necesidades del paciente. Cuando el enfermero/a utiliza este instrumento de forma verbal y no verbal, permite que el paciente participe de las decisiones y de los cuidados específicos relacionados con su enfermedad, con el objetivo de obtener un tratamiento digno.

Además, la comunicación en los cuidados paliativos va mucho más allá de las palabras y del contenido, ya que contempla escuchar atento, la mirada y la postura, para que se pueda obtener una asistencia guiada por la humanización. El empleo adecuado de ese recurso es una medida terapéutica probadamente eficaz para pacientes que lo necesitan

También cabe señalar que los españoles desean pasar los últimos momentos en el hogar, pero la mayoría acaba en un hospital. La falta de unidades especializadas frustra esa voluntad

La familia debe ser considerada como una parte integral de la atención al paciente y es esencial tenerlo en cuenta para poderle ayudar adecuadamente. ¿En qué forma contribuye la familia para la elaboración del duelo de un enfermo terminal? Quién se está muriendo, además del dolor físico, se enfrenta al dolor emocional producto de la pérdida de la salud, la dependencia, la vida… Este núcleo es fundamental para hacer sentir a quien muere que estará a su lado para buscar el alivio del dolor, de otros síntomas y del sufrimiento y para acompañarle en el proceso de morir, es decir, que no se encontrará sólo ante la muerte. En muchas situaciones de enfermedad terminal, quien muere no lo hace apaciblemente debido a la angustia y a la culpa que siente al dejar a su familia sola. Si la familia administra sus energías de tal modo que no se derrumben y le acompaña bien, la muerte transcurrirá con “más tranquilidad”.

El fallecimiento del paciente no pone fin a los cuidados paliativos. Se ofrece a las familias un equipo de psicólogos para asumir la pérdida y volver a llevar una vida normal.

Toda persona que se encuentra en el período final de la vida tiene el derecho a morir en paz y con dignidad. Merece no morir sola, sino acompañada por sus seres queridos. Merece ser cuidada por personas sensibles y competentes que intenten comprender sus necesidades y recibir un trato humano, compasivo, amable y sensible. Por ello, el cariño y los tratamientos para paliar el dolor son los ingredientes que médicos, enfermeros, voluntarios, familiares y otros profesionales añaden a la receta de estos cuidados para hacer que el final de la película acabe bien.

 

Fuente de información