Acompañamiento médico: obesidad, una realidad incomoda

En el pasado, el concepto de “gordura” se relacionaba más con la salud que con la enfermedad. Un chico gordito era un chico sano y bien alimentado, un marido gordo era un hombre feliz, y una embarazada tenía que comer por dos para llevar adelante un buen embarazo.

Las modas cambian, y ahora es la gente delgada la que está de moda. Sin embargo, no todo queda en una cuestión de gustos ya que, en los últimos años, la obesidad ha dejado de ser un problema exclusivamente estético y ha traspasado la barrera de la salud y la sanidad, al convertirse en una auténtica epidemia a escala mundial que requiere ingentes recursos humanos, técnicos y económicos para combatirla.

Graves consecuencias de la obesidad sobre la salud

La obesidad es un trastorno metabólico y multifactorial complejo que suele iniciarse en la infancia o en la adolescencia, que tiene su origen en una interacción genética/ambiental y que consiste en tener una cantidad excesiva de grasa corporal de un individuo por encima de unos patrones determinados en base a su altura, su talla y su complexión física.

A corto plazo, las consecuencias del exceso de peso parecen lejanas o carentes de importancia; un problema de estética, una limitación menor de la movilidad. Pero los expertos coinciden en que los efectos más graves en los que deriva la obesidad son a largo plazo. Hablamos de patologías como la diabetes, la hipertensión, complicaciones cardiovasculares e incluso algún tipo de cáncer.

Según la Organización Mundial de la Salud, entre 1975 y 2016, la prevalencia mundial de la obesidad se ha casi triplicado. Solo en 2016, 340 millones de niños y jóvenes tenían problemas de sobrepeso y obesidad. Por si todo esto fuera poco, en personas mayores va alterando la función de distintos órganos, como el hígado, y deteriora la musculatura, haciendo que se pierda movilidad. Y es que la acumulación de peso suele aumentar en detrimento de la masa muscular, por lo que la persona mayor se ve cada vez con menos fuerza para mover y sostener su cuerpo y se entrega al sedentarismo. Por supuesto, estas tendencias afectan también a España.

Por desgracia, nuestra sociedad parece haber aceptado que el aumento de peso es la consecuencia inevitable de vivir en un lugar con fácil acceso a las calorías y en el que la actividad física desempeña una función cada vez menor en nuestra vida privada y profesional. Pero no tiene por qué ser así.

Conocer qué comemos y cuánto comemos

Nos alimentamos entre 3 y 5 veces al día, por lo que es necesario conocer qué nos llevamos a la boca. Se sabe que la alimentación consiste en un aporte calórico y de nutrientes, pero no todas las calorías son iguales. Necesitamos ciertos nutrientes esenciales y el aporte calórico debe proceder de todos los grupos de alimentos, carbohidratos, grasas y proteínas, pero la proporción entre ellos debe estar dentro de unos valores. Sin embargo, la información es muy extensa, y en ocasiones es fácil que nos lleve a equívocos. Por esta razón, se han creado estrategias para ayudar al consumidor. Recuerda que en las dietas es recomendable que haya acompañamiento médico.

Entre ellas, está la creación de un nuevo código de etiquetado denominado Nutriscore. Este “semáforo nutricional” se podrá ver en los supermercados en breve, y nos dará una idea sobre la calidad nutricional del alimento en cuestión, valorando con el color verde los de mejor calidad y de color rojo los menos adecuados para su consumo. Este nuevo sistema de etiquetado está siendo utilizado de manera voluntaria por la industria, aunque no se descarta que pase a ser obligatorio con el tiempo. Es importante destacar que la comparación entre los códigos de colores debe realizarse entre alimentos del mismo grupo.

Además, pese a las ayudas para conocer el alimento procesado y saber la conveniencia de su consumo, siempre es altamente recomendable el consumo de alimentos frescos, si puede ser de temporada, como fruta, verdura, carnes y pescados.

Sabemos que la obesidad tiene consecuencias importantes para la salud y que además puede ser un estigma, ya que empeora la calidad de vida, impidiendo que te manejes bien en situaciones cotidianas. Resulta más difícil encontrar ropa de tu talla, los asientos de los aviones resultan incómodos, el uso de la bicicleta o salir a dar un paseo puede ser un suplicio, y el ámbito sexual puede verse deteriorado por disfunción eréctil o imposibilidad física.

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Estas limitaciones pueden causar una gran frustración, pero también pueden ser una motivación para tomar la decisión de pedir ayuda y perder peso. ¡No dejes que la obesidad te ponga límites e inicia ahora el camino a una vida llena de salud!