«La vida a través de mis ojos» por Elena Arranz

A continuación os dejamos el escrito ganador de nuestro «Concurso de Relatos sobre empleo y discapacidad» que llevamos en colaboración con Fundación Bobath y su «Curso de Formación para el Empleo».

Enhorabuena a la ganadora, Elena Arranz quien ha realizado un trabajo excelente, tanto en este concurso como en el Curso que está realizando con nuestros compañeros de la Fundación Bobath.

Gracias a Elena y a todos los integrantes del «Curso de Formación para el Empleo» por participar en nuestro concurso. De nuevo, enhorabuena a la ganadora y felicidades a los demás, ha sido una difícil decisión coronar a uno de vosotros, ¡gran trabajo!.

Disfrutad!

Elena Arranz realizando sus tareas como recepcionista en la Fundación Bobath

La vida a través de mis ojos

Sí, Parálisis Cerebral es el nombre de la lesión neurológica que me lleva acompañando desde hace tres décadas. Aunque implique necesitar ayuda para por ejemplo vestirme, comer, asearme o desplazarme a la hora de salir, soy una persona que veo esta discapacidad como una oportunidad para aprender y enseñar cosas que para la mayoría de la gente resultan insignificantes por el simple hecho de alcanzarlas  de manera automática con un “chasquido de dedos”. La paciencia, el sentido del humor y la constancia son las  principales características para poder ir superando los retos que me va proponiendo la vida.

Cuento con una familia como pocas, la cual contribuye a que las dificultades en muchas ocasiones desaparezcan y en otras tantas se hagan más llevaderas. Sin lugar a dudas, mis seres queridos son los pilares para lograr las metas que me propongo, pero también la fuerza interior que me inyecto  a mí misma cada día es fundamental.

La Parálisis Cerebral es una gran desconocida para la inmensa mayoría de la sociedad. Uno de los motivos se debe a la amplia variedad de problemas motores que entraña. Aún así, directa o indirectamente, de forma permanente tratamos de demostrar nuestras capacidades para poder jugar en una liga similar; así es como me siento a veces. Pienso que una buena manera de mejorar es actuando, no hablando, recordando que, “la silla de ruedas esta en el culo, no en la cabeza”.

El cómo y el cuándo son cuestiones que en un porcentaje elevado no dependen de ti, sino de los que te rodean ¿Cuándo o cómo haces…? Pues cuando se pueda o como se sepa. Es decir, convivir en general supone una adaptación a las circunstancias, pero cuando se tiene una diversidad funcional (discapacidad), la adaptación al entorno se multiplica, de forma que en muchos aspectos no puedes elegir lo que realmente quieres o te apetece por el escaso abanico de posibilidades que encuentras. Los estudios son un claro ejemplo, haces lo que te ofrecen, no lo que te gustaría. Este puede ser el lado más complicado de encajar, la falta de libertad y oferta para elegir: o no se tienen oportunidades o las mismas están tasadas o preestablecidas.

Indiscutiblemente, hasta que cada persona no experimenta en su piel o en su entorno cualquier limitación, resulta muy difícil querer, o más bien necesitar, que exista un profundo conocimiento e igualdad en oportunidades. Pero las barreras, tanto arquitectónicas como humanas son continuas para poder, desde dar un simple paso, hasta para acceder al mercado laboral. ¿Por qué ocurre esto? Porque vivimos en un mundo individualista, competitivo, dependiente del dinero y lleno de prejuicios, que parece que sólo disminuye un poco en determinadas fechas y entornos. En concreto, la imagen que percibo de la sociedad sobre mi discapacidad es primeramente el miedo al ver acercarse la silla. Luego, si se paran para observar, sus caras reflejan asombro, pena y condescendencia. Y por último, si dicen algo, sus conclusiones son positivas pero insuficientes. En definitiva, da la impresión de que somos “bichos raros”, se nos quiere pero no se nos incluye en el ritmo real de la vida social.

Mis sueños y deseos no creo que disten demasiado de los de cualquier otra persona que se sienta joven, con infinita ilusión por llevar a cabo su proyecto de vida. Esto significa acceder a un puesto de trabajo digno, tener opciones de independencia viables que no sea la típica residencia… y el deseo más importante es que me encantaría hacer ver a la gente, que abran los ojos, teniendo en cuenta que el corazón no tiene ninguna minusvalía para amar la vida en general, ni mucho menos a alguien en particular.       

Puedo trabajar, ¿puedo?

La búsqueda de empleo está siendo desde hace aproximadamente seis años una carrera de fondo en la cual a veces la impotencia y la resignación parece ser la meta más cercana. Aunque se trate de un tema complicado, la fuerza mental es el mayor secreto.   

En 2010 obtuve el título de Grado Medio en Gestión Administrativa en la Fundación Bobath y, gracias a ello, pude realizar unas prácticas en Repsol en el departamento de gestión laboral, desempeñando las siguientes funciones: 

  • Proceso de altas y bajas de los contratos en la aplicación de gestión laboral. 
  • Extracción de ficheros de SAP de empleados. 
  • Comunicación, seguimiento, y actualización de contratos en la web contrat@ del Servicio Público de Empleo Estatal. Verificación de la actualización de los datos. 
  • Análisis de datos y elaboración de gráficos sobre ficheros Excel de empleados temporales. 

El grado de discapacidad que tengo no me ha impedido además desarrollarme profesionalmente como auxiliar de gestión de contenidos web en la Fundación Bobath durante 5 años. Actualmente, me encuentro colaborando como recepcionista en el centro de adultos de esta misma fundación.

Esta experiencia me ha servido también para descubrir que soy excesivamente perfeccionista y que esto, a veces, incide en mi lentitud en la ejecución de tareas. No obstante, mi afán de superación y mi sentido de la perseverancia me ayudan a concluir mis tareas siempre con diligencia.

Cuando comencé la aventura de intentar hacerme un hueco en el mundo laboral imaginaba que sería una misión complicada, pero parto de la base de que nada es fácil. Ahora bien, creo que influyen varios factores: el desconocimiento de la  ley de inserción laboral de personas con discapacidad (LISMI), que establece una cuota mínima de un 2% de empleados con discapacidad para empresas de 50 o más empleados; la dificultad de encontrar personas con discapacidades compatibles con el puesto de trabajo disponible; el coste de adecuación del puesto de trabajo a la discapacidad del trabajador y un teórico mayor absentismo de nuestro colectivo.  Sin duda también la crisis económica ha agudizado esta situación.

Aun siendo tanto consciente como compresiva con lo expuesto anteriormente, resulta duro comprobar en tu piel las escasas oportunidades que se nos brinda. Estamos en constaste demostración y reinvención para, en definitiva, sentirme/sentirnos útiles e integrados de verdad en este ámbito. ¿Consideran que pido demasiado?